La abogacía como forma de vida

Luis Durbán y María del Pilar Parra, dos ejemplos de un colectivo vocacional como pocos

Luis Durbán y María del Pilar Parra.
Luis Durbán y María del Pilar Parra. La Voz
La Voz
15:11 • 22 feb. 2024

Como recuerdan muchos miembros del gremio, la abogacía es una vocación y una forma de vida. Muchos insisten en que se es abogado las 24 horas del día y que esta profesión intensa y difícil no sólo condiciona su vida, su presente y futuro, sino también las de sus familias y entorno más cercano.



Sin embargo, son muchos los que la siguen ejerciendo aún cuando podrían haber optado por una jubilación hace mucho tiempo. Abogados como Luis Durbán, que a sus 78 años es el ejerciente más antiguo del Colegio de la Abogacía de Almería. En concreto, lo es desde septiembre de 1969. “En aquella época todos los  abogados en Almería éramos generalistas”, relata el letrado Durbán, al que su carrera lo fue “encarrilando hacia el mundo del derecho civil, de la contratación, también de los procedimientos judiciales”, principalmente, aunque ha llevado casos penales importantes como el del edificio Azorín, de forma esporádica.



Aunque también destaca su faceta en el derecho laboral y el mundo de la empresa, ya que participó activamente en la constitución de la patronal Asempal, que, durante varios años, exigió una dedicación intensa al derecho laboral desde la óptica empresarial.  



En este devenir de más de medio siglo de trabajo, el abogado Durbán ha vivido y ejercido la profesión durante el régimen franquista que ya, desde finales de los 60, la dictadura era más bien una “dictablanda” con la apertura de España al turismo. También vivió con intensidad los años previos a la Transición Política, que felizmente terminó con la aprobación de la Constitución y el regreso a la democracia.



“La transición política trajo de la mano la transición jurídica, que llevó consigo la modificación de prácticamente el 90% de nuestro ordenamiento jurídico”, asevera. Un trabajo “intenso” que obligaba a estar “al día” sin olvidar el despacho diario de los asuntos. Fue una “época muy dura y compleja, con otra forma de actuar ante los tribunales”.



Una profesión en continua evolución



“También pasamos de una época en la que no teníamos más que la máquina de escribir Olivetti a las primeras impresoras, las primeras fotocopiadoras, máquinas eléctricas y los primeros ordenadores. Todo un cúmulo de novedades”, recuerda. Un permanente estudio y actualización que ha seguido hasta el día de hoy con diferentes cambios políticos, legislativos, sociales, etc.



“En el aspecto personal, los primeros años todos los abogados nos conocíamos y había mucha cercanía, mucha proximidad. Un acceso directo a funcionarios, a jueces, a fiscales, etc. Éramos muy pocos abogados. La profesión comenzó a masificarse en los años 90 y desde entonces no ha parado”, relata el letrado. “Ha cambiado mucho desde que comencé a ejercer”, dice sobre la abogacía. “La masificación ha traído también que muchos no nos conozcamos. Antes era impensable entrar a una sala de juicio y que no saludaras o tuvieses una charla amistosa con el abogado de la parte contraria. Eso hoy en día no existe. La gente va, lleva sus papeles, suelta lo que tenga que decir y se va”, apunta lamentando que se haya “despersonalizado” el ejercicio de la profesión.


Entre las muchas anécdotas que rememora, señala cómo hace años “todas las copias se hacían a mano. Tenías que escribir materialmente todos los escritos varias veces. A fuerza de copiar tantas cosas, tantas veces, aprendías los documentos jurídicos con más facilidad”, incide.


Sobre el Colegio de la Abogacía, recuerda cómo fue secretario de su junta de gobierno con los Decanos Don Rogelio Pérez Burgos y Don Ramón Muñoz Sánchez, entre finales de los 70 y principios de los 80. “Se daba todo el apoyo que se podía a los colegiados, aunque había muy pocos medios. Con la masificación, el Colegio tuvo que adaptarse y ampliarse y creo que hoy día sí se da un apoyo fuerte, por ejemplo con la defensa jurídica gratuita”, revela.

Y como resumen a toda su experiencia, dice que “el abogado tiene que actuar siempre con ética y que está al servicio de la sociedad y de los clientes, no al revés. Tenemos una labor social que cumplir y debemos hacerlo siempre con el mayor interés, la mayor entrega y la mayor eficacia posibles”.


En busca de la especialización

María del Pilar Parra, a sus 74 años, es otra de las abogadas que más tiempo lleva ejerciendo. “Cuando comencé era la única mujer del partido judicial de Huércal-Overa, incluso de la provincia de Almería”, afirma. “De empezar con una máquina Olivetti a un ordenador, internet… Ha habido muchos cambios y nos hemos ido teniendo que adaptar a ellos. El despacho unipersonal ha ido desapareciendo a favor de los macrodespachos”, lamenta.


Con asuntos principalmente penales y civiles, esta letrada ha ejercido en toda la provincia y fuera de sus fronteras, “donde los clientes han ido demandando”. Y también ve cómo con el transcurso de los años la justicia ha dejado de ser tan próxima como antaño. “Era más fácil celebrar juicios, seguir las instrucciones. Había menos letrados, pero mucha más comunicación entre los profesionales y los jueces y funcionarios. Ahora se ha despersonalizado todo mucho”, incide.


La letrada Parra echa la vista atrás y aconseja a los nuevos abogados que eviten “los macrodespachos porque eso despersonaliza totalmente, y que busquen dentro de su entorno la especialización. Que busquen dentro del despacho quién lleve penal, civil, administrativos. Porque la especialización, con las reformas que hay últimamente, nos levantamos cada día con el café con una, la especialización es muy importante. Pero también lo es colaborar con otros compañeros, tener contacto con los demás dentro de un mismo despacho”, mantiene.


“En 50 años ha cambiado todo mucho. Antes había más compañerismo. Defendíamos al cliente por encima de todo, pero se salía de sala y éramos tan amigos. Ahora hay muchos compañeros que si te pueden poner la zancadilla, te la ponen. Ahora tienes cuatro compañeros en los que puedes confiar plenamente y los otros vamos un poco de puntillas”, añade… Y sin embargo no lo duda, si pudiera volver a empezar, volvería a ejercer la abogacía. “Si estoy trabajando precisamente es porque me gusta. Siempre he dicho que mientras esté lúcida y con ganas, seguiré ejerciendo, porque es mi pasión. El ejercicio de la profesión. Muchas veces tenemos como enemigos a los jueces, a los clientes, a los compañeros… Pero eso son cosas coyunturales, y lo que importa es el día a día con el cliente y hacer el mejor trabajo posible”, concluye.


Luis Durbán y María del Pilar Parra son sólo dos de los muchos ejemplos de los abogados más veteranos de Almería, un fiel reflejo de la pasión y entrega de un colectivo vocacional como pocos, al servicio de la sociedad.



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