“Almería le está haciendo un gran servicio al Estado desde hace muchos años”

José Luis Martínez, editor de La Voz de Almería, recibe hoy la Medalla de Oro de la provincia

El periodista y editor José Luis Martínez posa para el fotógrafo al inicio de esta entrevista
El periodista y editor José Luis Martínez posa para el fotógrafo al inicio de esta entrevista Juan Sánchez
Antonia Sánchez Villanueva
09:52 • 28 nov. 2021 / actualizado a las 10:05 • 28 nov. 2021

Navarro de nacimiento y de militancia (su familia y sus raíces son de Corella), se enamoró hace cinco décadas de Almería, con la que que ha trabado vínculos de profundos afectos hasta el punto de haber adoptado a esta provincia como el lugar en el que pasar el resto de su vida. José Luis Martínez, editor de La Voz de Almeria, es, sobre todo y por encima de todo, un periodista que se forjó como cronista en el estimulante parlamentarismo de la Transición. Ejerció en Cuadernos para el Diálogo, La Vanguardia, El Periódico de Cataluña y los medios del Grupo Zeta. Su profesión le ha llevado por muchos rincones del mundo, siempre atento a la evolución de la prensa, siempre pendiente de lo que ocurre, ya sea en el microcosmos de su barrio o en el gran escenario de la globalización. Hoy recibe en Purchena la Medalla de Oro de la Provincia por su contribución como editor al desarrollo de Almería en las últimas cuatro décadas. 



 



¿Recuerda la primera vez que vio Almería?



Sí, fue un viaje con Marigé [María Jesús Orbegozo, su mujer] hace 54 años. Ella estaba en movimientos clandestinos y había estado en San Juan de Luz protegida, con una antigua familia del PNV, que eran amigos de sus padres, y se fue a residir a Roma. Decidió volver con lo que eso significaba, y la detuvieron, y procesaron. Y en la sentencia, se tenía que presentar cada 15 días. Creo que fue inmediatamente después que hicimos el viaje a Almería.



 



¿Qué les atrajo?



La lejanía. Entonces no había conexión con Almería, no sé si fue por la tendencia bohemia nuestra. Conocimos primero la zona del Levante, dormimos en El Puntazo, y después recorrimos el parque natural. Imagínate cómo era todo eso, era maravilloso. Y después nos quedamos en un hotel en Roquetas del que sólo recuerdo que era alto. Yo creo que era Aguadulce, pero Marigé dice que era Roquetas.



 

¿Qué provincia descubrió hace 54 años?

Bueno, si te soy sincero, entonces lo que nos apetecía era el placer de estar en las playas de Almería. Debo admitir que no conocíamos la situación social. Sabíamos por los datos que había entonces que era una de las provincias menos desarrolladas de España y la importancia de las minas y de la emigración. Ese fue el primer acercamiento.

 

¿Cómo se cimentó entonces su relación con Almería?

Volvimos a venir, pero mi relación con Almería vino curiosamente a partir de un reportaje que hicimos para Cuadernos para el Diálogo Luis Carandell y yo en las primeras elecciones municipales. Luis y yo elegimos Fregenal de la Sierra [Badajoz] para hacer un reportaje de lo que era un pueblo de entonces, porque estaba allí de juez Joaquín Navarro Estevan [almeriense], que había sido fuente mía informativa en el periodo constituyente del 79. Y allí estuvimos una semana. Fue maravilloso. Joaquín Navarro fue para mi una referencia de Almería. Y después vine varias veces y dormía en la casa de Joaquín en la Plaza San Pedro. Yo tenía entonces treinta años.




¿Qué le llevó a comprar en 1984 La Voz de Almería?

En el 83 se organizaron en Oviedo unas jornadas periodísticas y ahí estaban amigos míos, entre ellos Joaquín Marín, que pilotó la privatización del Sur de Málaga. Allí se hablaba de que los periódicos del Estado los iban a cerrar y surgió la idea de ayudar a Joaquín en la cooperativa que hizo para comprar el Sur. Entramos, entre otros, Manuel Leguineche y yo, con una pequeña participación y después, con amigos de Barcelona, compramos el Diario del Alto Aragón de Huesca. Estando en una de esas tardes parlamentarias largas en los pasillos, Amalia Sánchez Sampedro habla conmigo y con más gente de que iba a cerrar La Voz de Almería porque nadie quería comprarla. Fue Amalia la que me sugirió porque sabía de mi afectiva relación con Almería. Y ahí me lancé, en diez días fuimos a la tercera subasta y compramos con otros socios. Entonces yo no tenía la mayoría, pero sí se formó la sociedad primera con la cual compramos la cabecera.

 

¿Fue casi un rescate?

Sí, hubiera cerrado. El único mérito que yo tengo de alguna manera es haber conseguido que la Voz de Almería no cerrara. Y, bueno, ya sabes mi historia aquí, he gozado mucho. Entre otras cosas porque desde el principio de mi vocación profesional periodística, yo me sentía muy inclinado al periodismo local. Tenía la opción de haber continuado con la vida académica por la vía de las letras. Me habían dado una beca de investigación de cuatro años, podía haber continuado por ahí, pero yo tenía más vocación por esto.  

 

Frente a la Universidad, ¿por qué apostó por el Periodismo?

Porque mi pasión era más esa. De niño ya fui director de las revistillas del colegio. Después fuimos poco a poco consolidando la empresa y ya sabes toda la historia, todas las cosas que hemos hecho, que han sido muchísimas.

 

Un medio local como La Voz, ¿en qué tiene que contribuir a mejorar un territorio?

Bueno, yo creo que un periódico local tiene que transmitir lo que pasa. Yo no soy muy partidario de la filosofía transcendental, entre comillas. Creo que hay que ser más humildes en el ejercicio de la profesión y dar testimonio de lo que hace la gente, naturalmente con criterios democráticos. Pero de todo tipo de periodismo que se hace, el periodismo local es quizá el más satisfactorio porque ves las cosas cercanas y transmites lo que más te afecta a la piel. En otros momentos en la historia a lo mejor la prensa local tiene que ser más comprometida, pero en una situación normalizada, después de desaparecer el franquismo, es el reflejo de las inquietudes, y sobre todo, de las personas que aportan un beneficio. Creo que debe resaltar mucho a los que hacen cosas interesantes, a los que fabrican bienestar, a los que colaboran con la sociedad y las virtudes positivas, que son muchas. La fortuna del periodismo local es que las vive de manera muy cercana.

 

¿Por qué tiene que prestar atención un medio local a las cosas cotidianas de la gente como bodas, bautizos, comuniones?

Yo creo es muy importante. Fíjate, yo he conocido la prensa del norte, que siempre ha ido muy bien, y esto era importantísimo en el Diario de Navarra o el Diario Vasco, o en la prensa del sur de Francia. Después, influyó tanto la situación política que nos centramos todos en temas importantes como el proceso constituyente, el terrorismo, el desarrollo autonómico, etc. Y curiosamente ahora con Internet, creo que existe una gran posibilidad de ejercer lo que ya se hizo en los años 50 y 60, en toda Europa y en Estados Unidos. No es que Internet haya amplificado el mundo de los contenidos de la información, simplemente es una plataforma diferente al periodismo que se hacía hace un siglo o incluso antes. Antes había incluso muchos más periódicos locales. Durante la dictadura se redujo mucho la información, pero ya había una tradición de varios siglos, en que la prensa de muy cercanías, ya existía. Internet va a hacer eso,

 

¿Internet va a acercar todavía más la información de proximidad a la gente?

Exactamente.


¿No es enemigo del periodismo?

No, todo lo contrario. Otra cosa es el uso de Internet, el uso de las redes.

 

¿Cómo ha visto en estas cuatro décadas como editor cambiar la provincia, para bien y para mal?

Ha sido sorprendente. Y ahí quiero hacer una reflexión. Almería ha resistido, y fíjate, es el único sitio que yo conozco, y he viajado mucho, donde han hecho de la lejanía algo tan productivo…  Por eso también digo que Almería ha resistido demasiado y la transformación es ejemplar, de una valentía que se conoce poco. Y aún más, Almería ha sido capaz de utilizar la tecnología en un sector que a lo largo de los siglos apenas varió. Yo de niño conocí el arado como lo conocían los romanos, y, sin embargo, aquí se dio un paso de gigante. ¿Qué como la veo? Fíjate, mi mujer y yo conocemos desde hace cuarenta años la Alpujarra, me acuerdo perfectamente que era terreno seco, baldío, no cultivable debido a la emigración. Ahora es otro mundo.


 


¿Ha visto reverdecer Almería en todos los sentidos?

Sí, exacto, el término es reverdecer. Es una gran satisfacción participar en esta sociedad en la que has visto tanta mejoría y tanta creatividad. El término creatividad se usa para las artes y las letras y poco para los fenómenos económicos.

 

¿También hay creatividad en la economía?

Claro. Pero, insisto, no conozco un lugar que de lo que era hayan sido capaces de transformar todo… todo.

 

José Luis, ¿con Almería se han cometido injusticias o es un mantra que nos hemos inventado?

Una injusticia total. Aún más, no diría despreciada. no quiero usar el término, pero ese runruneo cuando estás en Madrid, o grandes ciudades, y te dicen Albacete, ¿dónde está Albacete? Almería, menos todavía. Eso pasa todavía. Ha habido la sensación no de una planificación de olvido, pero de que aquello no pertenece al resto, aquello es otra cosa. Una vez me acuerdo con un presidente de la CEA, que nos dijo, Almería es como un barrio de Sevilla. Incluso se ha cometido una injusticia dela que no son conscientes los propios almerienses. Esta provincia está haciendo un gran servicio al Estado desde hace años.

 

¿En qué sentido?

Ahora, con el tema del gas me lo recordaba, aquí tenemos la Legión, los servicios de información permanentes, instalaciones y otros servicios que no son públicos. Ha habido incluso una falta de inteligencia a lo largo de los años por parte de Sevilla y de Madrid. Por ejemplo, las autovías solucionaron gran parte del problema, pero en comunicaciones seguimos igual respecto al tren y al AVE. Ni siquiera hubo inteligencia para apostar por Almería económicamente, porque es una zona donde si los ingresos crecen, también crecen para el Estado y para la comunidad. Hasta eso no lo han considerado. Yo creo que Almería ha resistido demasiado,

 

Los almerienses tenemos fama de ser muy emprendedores, pero poco reivindicativos. ¿Comparte esa visión?

Sí, pero no es lo mismo la ciudad de Almería que los otros. De alguna manera en la provincia hay dos tipos de gente, los relacionados con la economía productiva, y todo lo que es la ciudad, con toda su influencia, la mentalidad etc.. Las personas que han nacido para no hacer historia, y ahí me refiero a todos los trabajadores, están obsesionados por sobrevivir. Eso se ha dado en el Levante y sobre todo en el Poniente y ha influido mucho. Y creo también que la ausencia de una clase media durante muchos años ha limitado la capacidad reivindicativa de la población.

 

¿Falta de ambición?

Sí, exacto. Por eso no ha habido líderes. Primero, la característica de un sector mayoritario que ha sido la agricultura, la ausencia de clase media durante mucho tiempo, después el peso de la ciudad con respecto al resto de la provincia. Se ha resistido demasiado y no se ha reivindicado tanto. Pero, en fin, curiosamente, ha ido muy bien. A pesar del fracaso de las primeras iniciativas, como Tierras de Almería, se salió adelante. Hay un tema importante, y es que yo creo que es necesario que se escriba la historia de la economía de Almería de los últimos cincuenta años, hecha metodológicamente. Una de las conclusiones que yo tengo, pero con datos no consolidados, es que la banca comercial estuvo ausente totalmente del desarrollo agrícola.

 

Si no llega a ser por Juan del Águila y la caja rural…

Sin duda. Yo tuve la fortuna de conocer en sus últimos años a Juan del Águila. Si no llega a ser por Cajamar y Juan del Águila, esto no va adelante.


¿Por qué debería apostar esta tierra?

Bueno, yo en estos momentos lo tengo bastante claro. Creo que la industria auxiliar de la agricultura tiene muchísimas posibilidades. Primero, porque lo están haciendo muy bien. Segundo, porque, queramos o no, África en 20 años va a ser diferente, sobre todo el norte de África. Es una gran oportunidad.  Y quizás el turismo tiene posibilidades de crecimiento.


De los miles de noticias que ha dado este medio, ¿cuál le ha resultado más dolorosa?

Sin duda todo lo relacionado con los sucesos de El Ejido. Y, además, yo creo que se evaluó poco durante esos días la gravedad de aquello para la provincia. Creo que ya está superado, pero ha sido lo peor.

 

¿Y lo que más le ha satisfecho?

Las autovías han sido claves. Fíjate cómo es ahora la carretera de Almería hasta El Ejido. Sin las autovías no hubiera sido posible el crecimiento de la agricultura.

 

¿Qué valor tiene la información en nuestros días para superar deficit históricos?

Sin información no se puede vivir, sin datos no puedes crecer en la vida. Es clave, vaya, incluso para las buenas tertulias de barrio, que a mí me gustan tanto. Y es que pensamos que la información es los últimos inventos tecnológicos y no, no es solamente eso. Es muy importante saber por qué hay un embotellamiento de tráfico y cuándo lo hay. A lo largo de tu vida tienes planes, siempre se varían en función de la información, puedes ambicionar algo, es a base de la información, puedes tomar una iniciativa vecinal o de negocio, es fundamental la información.


La expansión de la desinformación, ¿cuánto daño puede hacer?

Muchísimo. Yo soy optimista porque la gente ya está percibiendo los aspectos negativos de las redes, por ejemplo. Fue un impacto muy fuerte y se está cribando. No quiere decir que esté solucionado. Tampoco soy partidario de la censura en las redes, pero llegará el momento que si no se corrigen la basura que hay en ellas, imagino que se tendrán que tomar algunos algoritmos que solucionen el problema. Pero, en fin, la desinformación hace daño en todos los sentidos y más todavía en un mundo en que la economía, con la globalización, ha llegado a ser tan importante que el valor de la política desgraciadamente ha disminuido.



 

Dice desgraciadamente.

Sí, lo tengo muy claro, yo siempre he defendido el valor de la política. Me tocó vivirla en momentos difíciles con todo el proceso constituyente y la política fue clave. Creo que tendría que seguir siendo así, pero no soy tan optimista

 

¿Por qué cree que está tan denostada?

No, tampoco. Eso es un tema más mediático que real, lo digo con toda sinceridad, es que nos olvidamos que hay miles y miles de alcaldes y de concejales. Pensamos que la política está en Madrid solamente, y no es así. Pero es verdad que la competencia a la que nos ha llevado la globalización ha repercutido en las lógicas y buenas ambiciones de los que se han dedicado y se dedican a la política. El mundo solo está pensando en el desarrollo económico inmediato. La fuerza de los Estados ha bajado. La globalización se genera a raíz de la entrada de China en la Organización Mundial de Comercio y a partir de ahí hay una obsesión por todo el mundo de fabricar, competir y consumir. Nosotros hemos tenido la fortuna de vivir en Europa, donde hubo dos ideologías, la democristiana y la socialdemócrata, que nos ayudaron mucho a prosperar, con el Estado del bienestar. Pero desgraciadamente con una globalización desmedida, el Estado ha perdido.

 

¿Deberían reforzarse los Estados?

Sí. Yo intuyo que así como las multinacionales ahora están ya estudiando cómo no ser tan grandes, y también creo que después de la pandemia algo cambiará, y lo que era la deslocalización antes tan apoyada por los grandes poderes económicos, se empezara a cuestionar. Tampoco es que sea partidario de un Estado intervencionista, pero ha perdido mucha fuerza. Son cosas que uno tampoco se atreve a opinar mucho, en eso yo siempre he confiado en la gente que sabe. Por ejemplo, siempre desde niño he confiado en los políticos de más edad.

 

Ha vivido la Transición, ¿qué opina de la mala prensa que tiene ahora?

Bueno, el cuestionamiento de la Transición se hizo poco después de la Transición y ahora se ha cuestionado después del 15M. La transición fue una fortuna para este país. Tuve la fortuna de conocer a protagonistas de aquella época y a ministros de Franco que bajo el concepto suyo de divide y vencerás, fueron destituidos. El primero su cuñado, Serrano Súñer, Pedro Sáenz Rodríguez, conocí a Fraga y don Joaquín Ruiz-Giménez. Al morir Franco tuvimos la gran fortuna de que en poco tiempo, bajo el mandato de Suárez, se removieron todas las estructuras del Estado. Incluso hubo la gran sabiduría de hacer en un plazo breve la Ley de Amnistía y los Pactos de la Moncloa. Como lo viví tan intensamente como corresponsal de La Vanguardia en las Cortes, tengo una visión más positiva que otras gentes. Siempre ha habido fuerzas externas en cualquier país que desestabilizan. Yo no quiero aventurar que todo el proceso posterior al 15M, con la entrada de las minorías, esté manipulado, eso la historia lo dirá, pero no lo descarto. Esto siempre ha existido. No veo razonable la crítica al proceso constituyente. Creo que hay mucho oportunismo, incluso, como decía Lenin, cierta enfermedad infantil en ello


¿Ve la democracia española fuerte o necesita renovación de instituciones?

Hay aspectos débiles que llevamos sufriendo desde hace más de un siglo y medio, que son los nacionalismos, pero menos de lo que lo que se transmite mediáticamente. Estamos en un periodo de 43 años de estabilidad política, naturalmente que habrá que hacer algunas reformas, pero menos de lo que lo que se transmite en tertulias. Habrá que fortalecer la institución de la Monarquía, y después convivir con el problema de los nacionalistas, como se ha convivido hace ya mucho tiempo. Pero hay que recalcar que llevamos 43 años de estabilidad.

 

¿Y cree que en algún momento se ha puesto en riesgo?

Hombre, se puso en riesgo el 23-F, claro, yo estaba allí. Después creo que no, ha habido problemas, a mi me hubiera gustado más que en la ley electoral, el tope para entrar en el Parlamento hubiera sido el 5 por ciento, pero es el 3. Pero bueno, el pacto con los nacionalistas fue necesario. Yo creo que nosotros aseguramos la estabilidad con la entrada de España en la OTAN y el mercado europeo. Si Europa va creciendo y se va consolidando, nuestra estabilidad está más asegurada, creo.

 

¿España está preparada para ser republicana?

No, no, en absoluto. Esto es una moda más [risas], no sé por qué lo digo así, tan contundente. Yo creo, además, que lo está haciendo muy bien el actual rey. Lo tengo muy claro, pero a lo mejor me paso en esta contundencia. Yo, que no soy muy partidario de las minorías, creo que las minorías tienen que estar gobernadas por las mayorías internamente en los partidos.

 

¿Es partidario del bipartidismo?

Sí. Soy partidario de que las minorías estén dentro del bipartidismo [risas], a mis hijas les fastidia que lo diga con tanta contundencia, pero es así [más risas]. Mi experiencia es que la estabilidad y el crecimiento de España fue durante el bipartidismo. Tengo influencia de esa época, ¿qué voy a hacer?

 

¿Qué queda de aquel joven periodista en Madrid en momentos históricamente tan emocionantes en el editor de hoy?

No soy el de entonces, y eso es razonable. Tengo 73 años, y he hecho tantas cosas…. He tenido la fortuna de haber hecho lo que a mí me apetecía. Esa fortuna la tuvimos gente que tuvimos la desgracia de vivir el franquismo, pero la suerte de vivir el inicio de la democracia. Me tocó hacer muchas cosas. ¿Qué queda? Queda todavía un apasionado por el periodismo, pero más como espectador. Ahora gozo cuando os llamo y os digo he visto esto, he visto lo otro. Sigo gozando mucho. Estoy bien, confío en las personas que llevan la empresa, lo están haciendo bien, lo noto, y además noto que nuestra apuesta por Internet es muy satisfactoria.

 

¿Internet es decididamente el futuro del periodismo?

Sí, sí, totalmente. Habrá complementos, de eso habría que hablar mucho. Por ejemplo, el valor de tener Internet en una provincia como Almería es muy positivo. Pese a todas las cosas pendientes que hay en Almería, es maravilloso que es una comunidad de afectos todavía. No sé como explicártelo. La gente está satisfecha de lo que ha hecho, de lo que está haciendo y lo que yo llamo comunidad de afectos. Y yo creo que Internet es la mejor manera de transmitir todo ese fenómeno de cercanías y de creatividad. Internet va a ser muy importante para todos, pero en los medios va a serlo todavía más.


¿En algún momento en estos cuarenta años como editor de La Voz tuvo alguna duda de haber hecho lo correcto?

No, no, he pasado momentos malos también, pero no he dudado, en absoluto. Es verdad que a lo mejor podía haber estado más aquí, lo que pasa es que me gustaba mucho lo que hacía fuera también, las dos cosas. Todos los días de mi vida he tenido en mente lo que teníamos aquí.

 

¿Almería merecía no tirar la toalla?

Exactamente. Hemos hecho muchísimas cosas, era como empezar un baile o cumplir años en la adolescencia. Estuviera donde estuviera, todos los días tenía pendiente que aquí había una provincia y que nosotros teníamos una responsabilidad. Y ya no te hablo de lo feliz que soy ahora en Almería. Yo he sido un privilegiado generalmente en toda mi vida, y ahora he tenido el privilegio de jubilarme aquí. Siempre le digo a mis amigos de fuera, no sabéis lo que es vivir en pantalón corto de final de mayo a final de octubre (risas). Y después he encontrado un barrio maravilloso, El Zapillo es un pequeño Madrid donde no te sientes extraño. Te diré que me viene bien para superar la nostalgia de lo que pasa en la política en España, estoy aquí muy bien. Y eso es lo que hay, Antonia. 


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