El Almería en caída libre: sin un solo disparo a la portería rival

El equipo empezó con dos delanteros y acabó con uno, Barbero

Darwin Núñez lamentándose cuando fue sustituido en la segunda parte.
Darwin Núñez lamentándose cuando fue sustituido en la segunda parte. Juan Sánchez
Miguel del Pino
20:20 • 22 feb. 2020

El Almería se deja otros dos puntos en su Estadio en un partido marcado por la anarquía de los locales, que pese a tener la posesión del balón, no fueron capaces de disparar en ninguna ocasión sobre el marco de Rivas.



Otro paso atrás de los rojiblancos, que han entrado en un túnel más que negro del que les va a ser muy difícil, por no decir imposible, salir. Cuando un equipo se atasca, no es capaz de dar la sensación de ser un bloque, la descolocación es total  y tiene la falta de rigor táctico por bandera, deja al descubierto que no cree en lo que trabaja durante toda la semana.



Sin jugar a nada
La primera mitad estuvo muy en la línea de las últimas comparecencias del equipo. Pese a los cambios, las sensaciones que transmitió fueron tan negativas como siempre. El Fuenlabrada incluso se le subió a las barbas en algunas fases del primer periodo, en el que las imprecisiones del conjunto local fueron continuas.



Y en una de ellas estuvo muy cerca de adelantarse en el marcador aprovechando una pérdida de Jonathan Silva, pero José Romera acudió al quite para rechazar el disparo a gol de Ibán Salvador. 



El poco balance ofensivo de los rojiblancos sólo tuvo por protagonistas a José Romera y José Corpas, pero la falta de colaboración de sus compañeros hizo que el meta rival fuera un espectador privilegiado del pobre espectáculo.



Mejora sin fruto
En la segunda mitad el Almería metió un par de marchas más. Darwin y Juan Muñoz buscaron sacar de posición a los centrales y la pareja Corpas-Romera amenazaba la integridad del marco visitante. Ésta pudo llegar a los cuatro minutos de la reanudación, cuando una brillante acción personal de Corpas, culminada con el clásico pase de la muerte, no supo ser aprovechada por el sevillano Juan Muñoz, que se resbaló y envió el balón a las nubes.



Visto lo visto, el Fuenlabrada no tardó en percatarse de que el punto era bueno. Se olvido de la existencia de la portería del fondo sur y se dedicó a defender su parcela con orden, disciplina, y a perder tiempo. Entonces apareció  Ibán Salvador para volver a ofrecer su particular espectáculo teatrero ante la complacencia del incompetente colegiado Vicandi Garrido.



La sucesivas entradas desde el banquillo de Lazo, Vada y Barbero no pudieron cambiar el destino de un equipo a la deriva. Pese a todo, el partido pudo tener final feliz si en el minuto 65 los indálicos no hubieran desperdiciaron un tres contra uno. La hinchada rojiblanca ha dejado de ser feliz y la dinámica negativa continúa creciendo.


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