Así están los campos de Barranco Hondo

LA VOZ se da una vuelta por los terrenos de la RFEF

Campos de Barranco Hondo
Campos de Barranco Hondo

Carlos Miralles

Carlos Miralles
18:31 • 05 jun. 2019 / actualizado a las 18:33 • 05 jun. 2019

Barranco Hondo, situado en la Carretera de El Alquián a Viator, junto al Club Hípico, se encuentra en estos momentos en estado de ruinas. La entrada con vehículos se antoja complicada salvo camiones debido al mal estado del camino. Desde la calzada hasta la puerta del campo apenas hay cincuenta metros. Al fondo, en lo más alto de unos muros que aguantan el paso del tiempo, se lee RFEF-FAF, y es que es la Federación Española la propietaria del terreno, como también del viejo Matías Pérez, en La Cañada. A la izquierda reza el nombre de Manuel García Ruiz, que bautiza el campo que se sitúa a la izquierda, y a la derecha el Salvador Ripoll.



Hay levantado un pequeño muro de escombros para evitar la entrada al recinto, pero se puede acceder por uno de los laterales sin mayor complicación. Una vez dentro, los recuerdos de aquel fútbol de los 80 y 90 se vienen a la memoria. No queda ninguna portería ni material deportivo en toda la instalación.



Remodelación
Con una superficie de 25.000 metros cuadrados, mayor a la del Juan Rojas, el Almería tendrá que acometer obras de remodelación importantes. Aquellos campos de tierra dejarán lugar al césped natural y/o artificial para los equipos de base, así como para entrenamientos del primer equipo en caso de ser necesario. Al fondo se encuentran los antiguos vestuarios, prácticamente con el 80% de las losas esparcidas por el suelo. También la vegetación se ha ido abriendo paso con el tiempo. El espacio es suficiente, pero también ya que buscar hueco para las plazas de aparcamiento, porque el tramo de carretera es curva y no hay muchos metros desde el desvío a la puerta principal de Barranco.



En caso de que la Federación o las Selecciones de Andalucía o Almería necesiten las instalaciones, una vez remodeladas, el club rojiblanco accederá sin problema. La tierra, los escombros, los neumáticos repartidos por el campo y unos vestuarios en ruinas dejarán paso a la Ciudad Deportiva que tanto soñó Alfonso García Gabarrón.







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