La prostitución en el Poniente copia, cada vez más, la fórmula africana

La prostitución en el Poniente copia, cada vez más, la fórmula africana

Alicia Amate
20:24 • 23 jun. 2012

Hablar de la existencia de prostitución en el Poniente almeriense no sería nada nuevo. Sin embargo, decir que esta zona está siendo motivo de estudio por parte de antropólogos y ONG´s sí que pude provocar cierta sorpresa en aquellos que aún consideran que lo que ocurre en esta zona de la provincia es la tónica común del resto del país.
“Estadisticamente normal no es lo que ocurre en el Poniente. Se dan una serie de condiciones estructurales y también un contexto demográfico y espacial que facilita este fenómeno”, explica explica el antropólogo Francisco Majuelos que, recientemente, ha publicado el estudio pionero ‘Trabajo sexual y economía inmigrante. Los bares africanos en el Poniente almeriense’ a través de la Revista Internacional de Estudios Migratorios (RIEM) del Centro de Estudio de las Migraciones y las Relaciones Intelculturales (Cemyri) de la Universidad de Almería.
Siete meses de estudio
Un estudio que surgió de su interés por este ámbito en el que lleva trabajando a través de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía desde hace más de una década por lo que, asegura, “antes de comenzar con la investigación ya sabía lo que iba a dar de sí”.
El trabajo de campo se realizó durante unos siete meses en 2011. Tiempo en el que el antropólogo recopiló información sobre el número de bares y casas existentes en la zona, las mujeres que trabajan en ellas y el tipo de clientes que las frecuentan.
“La particularidad de esta zona tiene que ver con el marco jurídico y el contexto ecológico. Encontramos que, por las condiciones laborales del Poniente, hay una población inmigrante muy masculinizada, que facilita el aislamiento residencial y social”, aclara Francisco Majuelos.
Una proliferación sencilla
De este modo, la proliferación de estos bares y casas donde, entre otras actividades, se  ejerce la prostitución ha sido sencilla. Según los datos obtenidos tras los siete meses de observación, se localizan en  Roqutas de Mar, La Mojonera y Vícar alrededor de medio centenar de locales gestionados por africanos que el investigador divide en casa, casa-bar, bar y bar de copas.
Con una mayoría de clientela inmigrante, “aunque cada vez hay más autóctonos que los visitan”, estos establecimientos han desarrollado un sistema comercial propio.
De hecho, comenta el investigador, “además de la trabajadora sexual y su cliente, están involucradas diferentes personas con distintos roles en realción a esos intercambios (sexuales): la personas que sirve las bebidas, la que recoge la recaudación, quienes acuden a esos bares para vender sus mercancías o para ofrecer sus servicios (...) y a pesar de su aparente modestia, suponen un intercambio económico que permite la supervivencia de los diferentes agentes implicados, haciendo que puedan manejar sus expectativas y mantener sus respectivos proyectos migratorios personales y/o familiares”.
Cómo reconocerlos
Sobre la ubicación de estos bares o casas, aunque reconoce Majuelos que “hay que estar avispado para verlas”, aclara que no se trata de los clubes habituales que se pueden encontrar en las carreteras.  “Ellos no tienen acceso a un chalet o un local en la autovía, sino que sus casas sirven a unas horas para una cosa y a otras, para otra por que este colectivo no tiene acceso a un chalet o un local junto a la autovía. Se adaptan a lo que tienen”. Así, existen bares ubicados desde en los bajos de un edificio hasta en antiguos corrales o los terrenos anexos a una casa.
Pero el informde






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