“Teníamos música que no se escuchaba en ningún otro sitio de España”

Entrevista a Pedro Llinares, uno de los protagonistas de la “movida albojense“

Pedro Llinares durante la entrevista.
Pedro Llinares durante la entrevista. La Voz
Rosenda Mirón
20:40 • 13 abr. 2024

En los primeros años 80, un pueblo en la comarca del Almanzora vivió su propia “movida”, basada en un fenómeno musical único que sucedía cada noche en una discoteca mítica, Las Vegas. Varias generaciones descubrieron allí a los Smiths, los primeros U2, REM, el punk rock español, Simple Minds, Aerolíneas Federales, los Nikis, Depeche Mode, The Cure, y una interminable lista de nombres que han conformado el imaginario colectivo y cultural de muchos albojenses y gente de otros puntos de la provincia. Pedro es uno de los protagonistas de ese fenómeno cultural irrepetible.



¿Cómo nació Las Vegas?



Fue casi un poco por casualidad. Mi padre lo inauguró en 1976, trabajaba toda la familia. Allí se iba con pajarita, chaqueta, tipo sala de fiestas. Murió muy joven con 52 años y a partir de ahí nos hicimos cargo los hijos.



Entonces empezó todo.



Sí. Nos hicimos cargo mis hermanos y yo, éramos muy jóvenes y dio un bajón el negocio. Después empezamos a dar libertad a la gente que iba a que pinchara música, que probara. Al poco tiempo se fueron a estudiar fuera y mandaban música que conocían o la traían, nos mandaban música por ejemplo desde Londres.



Entre todos consiguieron un “estilo Las Vegas”



Gracias a toda esa generación que les gustaba tanto se formó eso. Teníamos una música que no se escuchaba en otras discotecas ni en otras partes de España, aquí se oía música nueva, distinta, y fue captando gente sin parar, venían de toda la comarca a escuchar música diferente. Se generó un ambiente un tanto bohemio, una cultura alternativa.



Eso sí que era un ambiente indie cuando aún no existía el indie.

Efectivamente, era alternativa y que no se había escuchado nunca. Era realmente novedoso y con unos medios que no son los que hay ahora.


Con el paso del tiempo se ha generado una especie de culto a lo que fue ese movimiento.

Sí, después de 15 o veinte años miras atrás y te das cuenta de que fue algo importante.


¿Son conscientes de que han educado musicalmente a varias generaciones?

No somos totalmente conscientes de eso. Nos reunimos muchas veces y tenemos muy claro que nos ha gustado mucho y hemos disfrutado mucho.


¿Cómo vivió la desaparición del local y lo que eso suponía?

Cuando la derribaron no quería ir a verlo, fue triste. Para mí tenía un valor sentimental muy alto. Tengo muy buenos recuerdos, desde que era una granja de pollos en ese solar hasta ver empezar la obra de lo que después sería, con el diseño que siempre soñó y dibujó mi padre, era algo de toda la familia además.


¿Dónde está todo aquel fondo musical: discos, cd´s, casetes?

Ha desaparecido. Había miles de discos que además eran historia. Aquello se quedó cerrado y fue desapareciendo todo, incluso los equipos. Yo tengo algunos pero muy pocos. Todos iban con nuestro sello de la discoteca, quien tenga ahora discos de allí tiene joyas. Nadie se ocupó lo suficiente para que eso no sucediera.


¿Desde alguna Administración les han hecho llegar algún tipo de reconocimiento a esa aportación cultural?

No, al revés, éramos un “centro de perversión”, se nos miraba mal. No ha habido nadie con la sensibilidad de valorar lo que pasó, que ha dejado un poso tan importante.


¿Cuál considera que ha sido su papel en todo este movimiento?

Mi función ha sido dejar que la gente de rienda suelta a su creatividad, que hagan las cosas. Yo me dejaba guiar por ellos, mi trabajo es ser hostelero.


¿Un poco mecenas a lo mejor?

No podía ayudarles económicamente pero supongo que se asemejaría a eso.


¿Cuál ha sido la herencia más importante le ha dejado esa movida?

Ver a la gente con la que cruzo una mirada de complicidad que dice lo que hemos compartido. Solo mirándonos sabemos a lo que nos referimos: Lo que vivimos, lo que aprendimos está ahí, en esa mirada.


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