Cantoria

¿Qué hace en la iglesia de Cantoria una campana de la Catedral de Toledo?

La cercanía de un almeriense con la Corte Real fue clave para que cambiara su ubicación final

El campanario de la iglesia de Cantoria, al fondo.
El campanario de la iglesia de Cantoria, al fondo. La Voz
Guillermo Mirón
13:52 • 31 ene. 2024

¿Qué hace en Cantoria una campana que estaba destinada la Catedral de Toledo? Para encontrar el origen de la sucesión de acontecimientos que resultaron en la instalación de esta campana en el bello templo cantoriano hay que situarse en el siglo XIX e inmiscuirse entre las relaciones de la mismísima Corte Real.

Lo cierto es que esta historia, rescatada por Andrés Carrillo para la revista Piedra Yllora, habría sido imposible sin el protagonismo de otro cantoriano, Eduardo Giménez Molina. Se trataba de “un brillante abogado” que desde muy joven fue letrado de alguno de los aristócratas más conocidos del reino como “el márques de la Romana, el Duque de Medina Sidonia…”, enumera Carrillo.

Así, Eduardo Giménez fue labrándose un futuro entre algunos de los nobles más conocidos de la época. Pero no sólo eso, según los testimonios que han llegado de la época “parece que también era un hombre de buen ver”. De modo que sus importantes logros profesionales y su aspecto llamó la atención de la mismísima reina Isabel II, quien al parecer “sintió curiosidad por este joven abogado que había conseguido tantos éxitos defendiendo a los nobles y una cosa llevó a la otra…”, deja en el aire el impulsor de la revista cantoriana.

El abogado hizo “mucha ‘amistad’ con la reina”, Isabel II, quien destinó un obsequio en forma de campana hasta la Catedral de Toledo. Pero todo se truncó y el destino de esa campana fue radicalmente distinto debido a dos circunstancias puntuales. “Por un lado, la Reina se tuvo que exiliar y, al mismo tiempo, las obras de la iglesia de Cantoria iban avanzadas pero aún así necesitaban mucho dinero y donaciones”, subraya el investigador.

El exilio de la Reina fue crucial para los acontecimientos posteriores, ya que según asevera Andrés Carillo los responsables eclesiásticos de la Catedral de Toledo rechazaron la campana porque “venía de quien venía”, por lo que Eduardo Giménez Molina utilizó su cercanía con la Corte y los mayores poderes del país para, ni corto ni perezoso, llevársela a su pueblo.

Familia influyente de origen cantoriano
Si bien Eduardo Giménez se ganó buena parte su popularidad por su buen hacer defendiendo a sus clientes, no es menos cierto que su padre ya ejerció en la política local e incluso fue el primer alcalde de Cantoria una vez que se crearon las nuevas provincias y municipios.

Así, la familia fue ganando contactos al más alto alto nivel y, una vez que estudió Derecho en Madrid, comenzó a defender a nobles como el marqués de la Romanan que tenía entonces “un pleito muy complicado con el duque de Alba” y que terminó ganando, lo que le valió un importante “ascenso social”, relata Andrés Carrillo.

Además, fue abogado del marqués del Almanzora y tuvo una participación clave “en la llegada del ferrocarril y también para la construcción de la carretera”. Pero esa es otra historia que merece un capítulo aparte más allá de cómo jugó un papel clave en que la bella iglesia cantoriana luzca una campana que iba destinada a la Catedral de Toledo.










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