Roquetas de Mar

“La salchicha de medio metro es muy famosa pero tiene una historia detrás”

Armin Flöre, propietario del restaurante Cortijo Alemán de Aguadulce que cumple 40 años

El vaso de ‘Hinner’ fue vendido y el pago se envió a Alemania para el tratamiento de su enfermedad.
El vaso de ‘Hinner’ fue vendido y el pago se envió a Alemania para el tratamiento de su enfermedad. La Voz
Víctor Navarro
21:57 • 08 abr. 2022

En el siglo XV los constructores alemanes impulsaron una novedosa técnica de edificación que sería motivo de fama fuera de las fronteras del Sacro Imperio, llevando el modelo de casa con entramado de madera a formar parte del paisaje urbano de otras naciones europeas. El uso del Fachwerk o marco, es la base de toda la estructura que sostiene los muros, dando como resultado no sólo casas de bellas fachadas, sino también edificios duraderos. En el Paseo de los Castaños de Aguadulce hoy cumple 40 años una de esos pintorescos frontispicios de entramado de madera, que alberga en su interior desde el 8 de abril de 1982, no una casa, sino un Cortijo Alemán. Su propietario es Armin Flöre.



Herzlichen Glückwunsch (Feliz Cumpleaños).



¡Danke schön! ¿Hablás alemán?



No, pero en el rato que llevo aquí he comprobado que usted habla castellano con vocabulario y deje de Almería.



¡Claro! Hoy hace 40 años que mi familia y yo abrimos este establecimiento en Aguadulce.



¿Cómo llegaron a la provincia de Almería? 



Como cualquier alemán, de vacaciones. (Ríe). Nuestros vecinos de toda la vida tenían una casa en Cabo de Gata y vinimos a visitarlos a finales de los 70. Pasaron unos pocos años de aquel viaje cuando tomamos la decisión de trasladarnos desde Dortmund a Almería.



A los 22 años ya había concluido mi formación como cocinero, habiendo ganado incluso ganado algún concurso de cocina en Alemania, así que ¿Por qué no abrir un restaurante de comida alemana en nuestra nueva tierra? Buscamos un local y encontramos éste que compramos a Don Antonio Martín Casado, y tras aplicar algunas reformas el 8 de abril de 1982, Cortijo Alemán quedaba oficialmente abierto.


Seguro que es una fecha que recuerda con estima.

Desde luego. No sólo fue la fecha de apertura, sino que coincidió con un día muy especial en la vida de mis padres. Se casaron un 8 de abril. Además, es un restaurante familiar y me refiero a que todos los miembros de mi familia hemos trabajado en todos los aspectos de albañilería, electricidad o decoración.


Ciertamente la decoración y el ambiente llaman mucho la atención.

Es un local típicamente alemán, de campo, hogareño, como si lo hubiéramos sacado de allí y puesto en Aguadulce en el 82.


¿Dice usted que la decoración es la misma desde hace 40 años?

Sí, evidentemente hemos hecho reformas, pero siempre ha sido este ambiente. Los clientes me aconsejan no cambiar nada (la decoración), dicen que si algún día lo hiciera el Cortijo Alemán moriría.


Una propuesta como la suya en aquel tiempo sería innovadora.

A principios de los 80 la gastronomía alemana en Andalucía no era tan conocida. Nosotros nos presentamos aquí con una carta de carnes flambeadas, especiadas y con el codillo y el medio metro de salchicha. Los cuales mantenemos desde entonces.


¿Quién no ha oído hablar de ella alguna vez?

Es muy famosa. Pero ¿sabes que esconde una historia?


¿Una historia...?

¡Claro, todo aquí tiene una historia! Tómate una cerveza y te la cuento.


No bebo cuando trabajo. 

Nicht nur vom Brot lebt der Mann. (No sólo de pan vive el hombre).


En el 85 visité a un amigo en Colonia y fuimos a un restaurante donde nos pusieron una tabla con una salchicha larga pero muy fina. Pregunté que era y mi amigo Charlie con acento colonés respondió “eso es el Halber Meter”, una comida para los pobres tras la II Guerra Mundial, que se pagaba a 1 Marco el medio metro.


Aposté con Charlie a que si me visitaba al cabo de un par de meses, yo tendría el ‘Halber Meter’ en la carta. Gané (Ríe). Además la receta de la salchicha, que es de tipo Turingia, es de elaboración propia y me llegaron a ofrecer un millón de pesetas por ella, pero di mi palabra de exclusividad a la empresa cárnica que me las hace.


¿Tiene otra historia que contarme?

¿Vas a beberte una cerveza?


No sólo de pan vive el...

(Sirve la cerveza). ¿Ves todas las jarras colgadas en la barra? Me las traía desde Alemania alguien que es como un segundo padre. Cuando venía a visitarnos cargaba el vehículo y se  presentaba en Aguadulce con cualquier tipo de vaso y jarra. Pero hubo uno muy especial en la colección.


Mira la foto. Ese vaso ‘cabezón’ es más largo de lo normal y cuando mi amigo Hinndrich lo trajo, le prometí que sería su vaso. Lamentablemente ‘Hinner’ está muy mayor, luchando contra un cáncer y no ha vuelto a venir. Sin embargo, una persona se interesó mucho por el ‘cabezón’ y me negué a venderlo hasta hablar con ‘Hinner’, era su vaso, no el mío. Al final vendimos el vaso con la condición de que el dinero se enviaría a Hinndrich para ayudarlo en su tratamiento.


Alemania y la cerveza son dos cosas inseparables. ¿En el Cortijo se hace la fiesta de la cerveza? 

¡Por supuesto! Y es un gran evento que abre los veranos de Aguadulce, aunque el alcalde jamás ha pasado en 40 años de negocio... Pero este año hemos decidido no hacerla en respeto a las personas que están sufriendo a causa de la guerra. Pero el que viene volveremos otra vez a la carga.


Miro las paredes y puedo imaginar historias de la vida alemana.

En frente de ti hay un pico que perteneció a mi abuelo cuando trabajaba en las minas. Pero las historias del Cortijo Alemán no sólo son germanas. ¿Te suena Luis Gázquez?


Fue profesor mío.

Era un buen amigo y un buen cliente, y cuando vino a darme la noticia de su enfermedad se me cayó el mundo. Pero mi sorpresa fue mayor cuando me hizo prometer que si sucedía lo peor, debía dejar este mundo con un ‘cabezón’ del Cortijo Alemán. Pues era mucho cariño el que él tenía por este establecimiento. Cuando lo velaron le puse su botella y su vaso al lado para despedirlo como el quería.


¡Por Luis!

¡Prost!



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