Turre

El ‘rojo’ que salvó del paredón a las familias de derechas de Turre

Francisco Sánchez se libró de ser fusilado gracias a que protegió a adeptos al bando nacional

Francisco Sánchez Casado, junto a su familia, y dos de sus libros predilectos.
Francisco Sánchez Casado, junto a su familia, y dos de sus libros predilectos. La Voz
Marta Rodríguez
07:00 • 07 ago. 2021

Un libro sobre la Historia de España de 1861, la legislación de aguas, la de la República y algunas notas manuscritas. Es todo lo que conserva de su abuelo Rodrigo Sánchez Haro, parlamentario andaluz y miembro de la Ejecutiva del PSOE de Almería. Esos papeles antiguos, un pequeño retrato y el expediente que acredita que sufrió la represión de la dictadura franquista.



Su abuelo se llamaba Francisco Sánchez, era labrador y padre de cuatro hijos y los delitos que estuvieron a punto de costarle la vida fueron presidir el Comité Revolucionario del Pueblo y ser secretario del Partido Comunista de Turre. El día que fueron a detenerlo estaba cogiendo habas en el campo. Como no tenía nada que ocultar, se presentó en el Ayuntamiento y, de allí, se lo llevaron a la cárcel de Vera y luego a Almería, donde le hicieron un Consejo de Guerra. Tenía 44 años.



“A mí me contaban mi abuela y mi tía que iban desde Turre en burra a verlo a través de las rejillas; mi padre, sin embargo, nunca mencionó el tema a pesar de que se dedicó a la política, solo decía que había que tener cuidado con ciertas personas que no eran buena gente”, explica Rodrigo Sánchez Haro, quien ha sacado a la luz en Facebook detalles de la azarosa vida de su abuelo “no por revancha ni venganza”, sino para que se sepa que fue “una persona honorable condenada injustamente” y no puede “prevalecer sobre su memoria una pena de ese calibre”.



Pena de muerte y reclusión perpetua
Porque Francisco Sánchez Casado fue condenado en un primer momento a pena de muerte y finalmente a reclusión perpetua. Según el relato de su propio nieto, en esta conmutación de la pena pesaron y mucho los testimonios de familias de derechas de Turre que declararon que, cuando estalló la Guerra Civil, el hombre evitó que se produjeran delitos de sangre y protegió a los presos de los grupos de incontrolados que en los primeros momentos de la contienda se dedicaron a ir a los pueblos. “La propia Falange reconoció que no mataron a muchos de ellos por la mediación de mi abuelo. En Turre quemaron imágenes de la Iglesia y las tiraron al río, y al cura lo sacaron del pueblo y lo asesinaron; él se opuso en todo momento a eso”, añade.

Una vez que hubo condena firme, Sánchez Casado fue trasladado a Valladolid y luego a Zaragoza. Atrás quedaron su mujer, Micaela Rodríguez, y sus cuatro hijos, el mayor de once años y el menor apenas un bebé. Pasaron auténticas calamidades para salir adelante y padecieron comportamientos humillantes. “Mi abuela logró mantener a sus cuatro hijos con lo que cogían del campo y vendían en el mercado de Garrucha, pero cada cierto tiempo pasaban por la casa y requisaban lo que hubiera, así que tenía un doble fondo donde intentaba esconder algo”, dice Rodrigo.

Estigma en Turre, palizas en prisión
El estigma que soportó la familia hizo que tres de los cuatro hijos de Francisco y Micaela emigraran a Francia para ganarse la vida en cuanto tuvieron edad para hacerlo. “En poco o nada se diferencia esto de lo que ocurre actualmente a las personas que vienen a nuestra tierra huyendo de la cruel realidad que viven en sus países”, reflexiona Rodrigo.



Mientras, en prisión, Sánchez Casado sufría palizas y sentía la sombra de la muerte planear sobre su cabeza hasta el punto de que llegó a mandar la ropa de invierno de vuelta a casa. “Vivió en un ‘ay’ continuo hasta que se aprobó indultar a aquellos a los que no se imputaban delitos que no eran de sangre y que habían sucedido antes de una fecha determinada”.



A principios de 1946, contra todo pronóstico, Francisco regresó a casa. Estudió contabilidad y se dedicó a enseñar a los niños del pueblo. Le gustaba mucho leer. De ahí los ejemplares de la Historia de España de 1861 y la legislación de aguas y de la República que su nieto todavía conserva. Al contrario de lo que le sucedió a otros muchos represaliados, logró sobreponerse al estigma y al trauma vivido y seguir adelante junto a los suyos hasta su fallecimiento en 1969. Sí le quedó la pena de ver emigrar a sus hijos y de no sobrevivir al franquismo.





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