El 65% de los pueblos del interior, en riesgo de desaparición

Todas las comarcas del interior se desangran año tras año, perdiendo 7.242 habitantes en 5 años

Imagen de Abla, pueblo perteneciente a la Comarca de Nacimiento.
Imagen de Abla, pueblo perteneciente a la Comarca de Nacimiento. La Voz
Guillermo Mirón
21:02 • 09 jul. 2018

El interior de la provincia de Almería se muere. Poco a poco, sí, pero se muere. En el último lustro, prácticamente todos los municipios de las comarcas de La Alpujarra; el Almanzora; Nacimiento; Los Vélez y Filabres han visto cómo el número de habitantes de sus pueblos ha decaído sin que nada ni nadie lo impida.




El fantasma de la despoblación no es ajeno a la provincia pese a que los pueblos del interior almeriense pierden habitantes a un ritmo menor que en otras comunidades de la meseta central. Aún así, las cifras son preocupantes. En tan sólo cinco años (de 2012 a 2017) las setenta localidades que conforman estas cinco comarcas han perdido 7.242 habitantes, pasando de sumar 98.399 vecinos a 1 de enero de 2012 a los 91.157 en la misma fecha de 2017, según los datos recopilados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Por comarcas



Esto supone que el interior de la provincia ha perdido un 7,36% de su población en cinco años, siendo la peor parada la comarca de Nacimiento, donde esta cifra llega al 11,79%. Sin embargo, los casos más preocupantes no se encuentran en esta comarca. La sangría en algunos municipios es de tal dimensión que, en el caso de continuar esta tendencia, desaparecerían en menos de dos décadas. Es el caso de Tahal, el municipio que más población ha perdido en el último lustro en términos porcentuales. Este pueblo de Los Filabres ha visto cómo de 2012 a 2017 han desaparecido un 26,8% de sus habitantes. De contar con 473 vecinos en 2012 ha descendido hasta los 346 en 2017. Una pérdida de 127 habitantes que supondría, de seguir a este ritmo, la desaparición del municipio en menos de 15 años. Otro caso parecido es el de Oria, en el Valle del Almanzora. Una localidad que se ha dejado por el camino un 20,75% de la población en cuestión de cinco años, pasando en un lustro de 2.858 habitantes a los 2.265.




Extinción



Partiendo del criterio de la Federación Española de Municipios y Provincias que advierte sobre el riesgo de la desaparición a medio o largo plazo de los municipios menores de 1.000 habitantes, un 65,7% de los pueblos de las comarcas del interior almeriense estarían abocados, si nada lo impide, a su extinción. Y parece que, de momento, nada lo va a evitar.




De forma continua, altos dirigentes de la política nacional se han referido al problema de la despoblación como uno de los mayores retos a los que se enfrenta el país, si bien esto no se ha traducido en políticas reales. Así, todas las comarcas presentan números en negativo sin excepciones. Desde Nacimiento (con una pérdida del 11,7%) hasta el Valle del Almanzora (-6,1%), pasando por La Alpujarra (-8,94%), Los Vélez (-8,4%) y Filabres (-6,4%).




Crecimiento



Las excepciones se pueden contar con los dedos de una mano. Los datos positivos los representan municipios que son cabecera de comarca como Albox, en el Almanzora, con un crecimiento de 660 habitantes o Tabernas, cuya pérdida de habitantes en el lustro analizado no sobrepasa el 1%.


Del mismo modo pequeños pueblos como Partaloa (que cuenta con seis vecinos más que en 2012), Senés (con cinco habitantes más que hace seis años), Fondón (que ha pasado de 989 vecinos a 1.002) u Olula de Castro (con 191 vecinos tanto en 2012 como en 2017) son las  escasas y puntuales excepciones.


En términos absolutos, llama la atención la pérdida de 705 vecinos sufrida por Cantoria; municipio para el que el paso del 2013 a 2014 fue especialmente negativo con un descenso de 309 habitantes. Lejos del Almanzora, en Nacimiento, Fiñana fue el municipio que más población perdió reduciendo su padrón en 353 personas, mientras que Vélez-Rubio redujo su población en 410 habitantes y Oria en 593 entre las mismas fechas, del 1 de enero de 2012 al 1 de enero de 2017.


Con los datos en la mano, es innegable que la provincia de Almería no supone una excepción en la tendencia que azota al resto del país, en el que los pequeños pueblos del interior pierden habitantes mientras las grandes urbes son las que crecen año tras año. Así, la capital almeriense albergaba en 2017 casi 4.000 habitantes más que cinco años antes (de 191.443 a 195.389) ; Roquetas de Mar incrementó su población en 3.000 habitantes (de 90.358 a 93.363) y El Ejido creció de 83.104 habitantes hasta los 88.096. Los fríos números que delatan un grave problema que no ha pasado de largo por Almería.


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