La Semana Santa, herida de muerte

Análisis en el ecuador de una cuaresma cargada de devoción en Almería

Largas colas a las puertas de la Catedral en el primer viernes de marzo de 2024.
Largas colas a las puertas de la Catedral en el primer viernes de marzo de 2024. Álvaro Hernández
Álvaro Hernández
20:40 • 01 mar. 2024

Fue totalmente inesperado. Total, en pleno 2024, con una sociedad supuestamente alejada de la religión, con una Iglesia que se dedica a dar navajazos por ver quién defiende mejor la palabra de Cristo y con la fe más depositada en vídeos de TikTok que en Dios, lo último que cabía esperarse era encontrar un resquicio de esperanza. Pero ahí estaba.



Siete y media de la tarde. La Catedral lleva doce horas abierta. Lejos de haberse agotado la mecha de la devoción, ahí está: más viva que nunca. Una cola que empezaba a los pies del Cautivo, recorría el interior de la Catedral, salía hacia la plaza, llegaba hasta el obispado y giraba sobre sí misma para ir a morir en la calle Cubo venía a resucitar lo que hacía tiempo que no se veía con tanta fuerza: el primer viernes de marzo es el día grande de la Cuaresma en Almería. La Semana Santa y las cofradías están de moda. La fe o está tan muerta como queremos creer. Y eso nos lo ha enseñado en un viernes intenso un hombre maniatado alrededor del cual giran las vidas de casi mil hermanos. Pero ayer no fueron mil. Fuimos miles.



Pero no es solo el Prendimiento y el amor irracional de Almería al Cautivo. Es que, a primera hora de la mañana, la Hermandad de Pasión anunciaba que ya no quedaban túnicas disponibles para su estación de penitencia del próximo Lunes Santo. Y mientras tanto, el interior de San Pedro es, desde el pasado miércoles, un continuo ir y venir de curiosos, devotos y cofrades que han acudido a la parroquia para degustar el exquisito montaje de la Santa Cena para conmemorar el XXV aniversario de las actuales imágenes. Y esto son solo tres ejemplos de los muchos vividos esta Cuaresma a la que aún le quedan 20 días.



Al mismo tiempo, hay voces por ahí empeñadas en anunciar la muerte de la devoción. Las horas bajas de las cofradías. El ocaso de la fe en Dios. Una Semana Santa herida de muerte que, en realidad, tiene como única piedra en el camino la total ausencia de autoestima del cofrade almeriense. El día que nos lo creamos...







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