La red aumenta la inseguridad

Dos alumnas de segundo de bachillerato analizan el problema creciente de las redes sociales y sus riesgos

Las alumnas Fadoua Lachab y Ana Belén Guillén, autoras del artículo  en el IES Abdera.
Las alumnas Fadoua Lachab y Ana Belén Guillén, autoras del artículo en el IES Abdera.
Fadoua Lachab y Ana Belén Guillén
18:32 • 17 nov. 2016

Tradicionalmente venimos considerando que nuestros hogares son seguros, que en ellos estamos a salvo. Damos por sentado que las cosas malas nos pasan fuera de nuestras casas, porque fuera estamos más expuestos a los peligros. Por ejemplo, fuera podemos juntarnos con personas que podrían ser delincuentes de apariencia inocente, podemos sufrir un atraco, o podemos incluso ser víctimas de una agresión. Así pues nos sentimos seguros rodeados de esas cuatro paredes que son nuestra casa.




Pero eso era antes, hoy en día estamos en peligro tanto si decidimos salir, como si nos quedamos en nuestro cuarto. La causa de esto hay que buscarla en el uso irresponsable de las redes sociales. Lo que parecería impensable, entablar una conversación de carácter íntimo con un desconocido, lo hacemos a diario a través de redes sociales. Estos cibernautas desconocidos podrían ser incluso más peligrosos que un atracador esperando su víctima en una calle oscura.




Asimismo, escudándose en el anonimato de las redes sociales, la gente saca a relucir lo peor de sí misma, maltrato, acoso, burlas, suplantación de identidad... Es decir, se causan todo tipo de daños psicológicos que difícilmente tienen solución. Recientemente ha habido casos de jóvenes adolescentes que terminan suicidándose al verse atrapados en acosos diversos a través de las redes sociales. El acoso escolar que antes se circunscribía al horario de las clases, se extiende ahora corriendo como la pólvora más allá de esos tiempos a través de las redes sociales. O qué decir de ese pederasta que amenaza día a día a una pobre niña indefensa a través del ordenador o que almacena pornografía infantil o chantajea a jóvenes ingenuos sirviéndose de la red.




Además, nadie está libre de estas redes porque están ya muy dentro de nuestras vidas. Pasar un día sin móvil es inconcebible. Sentimos la necesidad de saber qué está haciendo cada persona en cada momento. Como un adicto a la droga, somos adictos al móvil. Además, no parece que haya solución. Aunque decidamos dejar el móvil por un día el resto de la humanidad seguirá enganchada. Tenemos la necesidad de saber todo lo que hacen los demás, porque de lo contrario, nos sentimos excluidos. Las redes sociales están por todos lados como “una nube tóxica” de la que no puedes escapar.




En conclusión, nuestras vidas están manejadas por las redes sociales, por eso de vez en cuando deberíamos pararnos a reflexionar sobre nuestra propia esencia como seres humanos. Tendríamos que desconectar de todo eso, hablar con nuestro yo interior y tratar de desintoxicarnos. Para esa cura debemos recurrir a la cultura, solo ella servirá de bálsamo para nuestras heridas. La lectura de un libro, escuchar música evocadora, el visionado de una buena película son la clave del cambio.







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