“Empezaba a tragar agua y el mar me llevaba muy rápido hacia adentro”

RELATO DE UN JOVEN SALVADO DE UNA PROBABLE MUERTE POR AHOGAMIENTO

Playa de Cala del Plomo, donde sucedieron los hechos narrados y momento en el que se intenta reanimar a la mujer que falleció
Playa de Cala del Plomo, donde sucedieron los hechos narrados y momento en el que se intenta reanimar a la mujer que falleció
La Voz de Almería
23:30 • 05 jul. 2015

J.M. pasa de los cuarenta años. Se crió en el Zapillo y ahora vive fuera de la capital. El pasado sábado iba de excursión por el levante almeriense y decidió junto a unos amigos hacer tiempo en la Cala del Plomo y bañarse para quitarse el calor. La misma playa donde horas antes había fallecido ahogada una mujer. No lejos de donde falleció otro.





El no lo sabía cuando se metió en la orilla a las siete de la tarde, confiado. Primero le cubría  un poco y luego se quedó aparentemente seguro sobre un banco de arena,  hasta que las olas que parecían divertidas se volvieron terroríficas.





J.M. ha querido contar a LA VOZ lo que fue una experiencia de terror, de lucha por la vida y de heroicidad de dos personas que le salvaron la vida. Lo hace por compartir esta experiencia, que sirva para personas como él que van a la playa, al maravilloso litoral almeriense. También lo hace para darle las gracias a sus salvadores, dos hombres deportistas, uno en tabla de surf y otro con aletas de buzo que lo salvaron del remolino en la Cala del Plomo. 

30 metros  “Las cosas sucedieron tan rápidamente que no me di cuenta cómo el mar me llevaba muy rápidamente hacia adentro, calculo que serían como unos 30 metros en 5 unos minutos o menos”, comienza su relato.
“Cuando me percaté, intente volver, lo intenté varias veces, nadaba y notaba que el mar me restaba metros, cogía aliento, volvía a nadar, ganaba algo pero en cuanto dejaba de nadar perdía rápidamente lo que ganaba.





No estaba ya muy lejos de la orilla, yo calculo que serían 10 metros que en otras condiciones del mar no supondrían absolutamente ninguna dificultad, cuando toqué pie entre ola y ola que llegaban sin parar, y paré a recuperar fuerzas para hacer los últimos esfuerzos, pero también sabía que había gastado mucho y que si no lo conseguía entraría en un momento muy peligroso, un momento de pánico asi que decidí recuperar suficiente aire para conseguirlo.





En esto que de pronto dejé de hacer pie debido al movimiento incesante del oleaje y la resaca, como me dijeron cuando salí y pude ver, resultó que había entrado en una zona de remolino a mi izquierda”, recuerda este joven que trajaba en el sector de la formación.

Lucha  y ayuda “Empecé a luchar contra el agua, braceé nuevamente para salir pero notaba que tenía menos efecto que anteriormente, con lo cual empecé a hacer gestos de ayuda con los brazos a la gente en la orilla que ya se empezaban a concentrar mirándome. (...)
Ya me costaba mucho aguantar la cabeza fuera del agua para respirar y empezaba a tragar agua. Como veía que todos me miraban pero nadie hacía nada, empecé a pensar solamente en cómo aguantar a flote y tenía dos opciones, una, quemar las últimas energías en salir, o dos, intentar aguantar a flote y dejar que el mar me arrastrara a su antojo hasta lo que durara  u ocurriera un milagro”, relata por escrito. Por teléfono, añade algunos detalles, como que nadie respondía, ni siquiera sus amigos, a los que ahora le añade las comillas. J.M. asegura que nunca antes había gritado “socorro”.

Un muchacho con aletas   Llega el momento caído del cielo, cuando J.M. comienza a sentir que no va a morir y así continúa su relato:  “En estas me encontraba cuando por fin vi que, primero, un muchacho se ponía las aletas rápidamente y se lanzaba a ayudarme y luego el otro con la tabla de surf  y que finalmente me salvaron. En esos momentos, noté una fuerza renovada para seguir luchando, la cual estaba empezando a perder. Creo que en total transcurrirían unos 15 - 20 minutos”.  

La resaca era fuerte  “Tuve suerte gracias a esas dos personas anónimas que arriesgaron sus vidas para salvar la mía. No los conozco, no me conocían, pero vi cómo se lanzaron al agua decididamente y sin dudar cuando se dieron cuenta que estaba en problemas, y me ayudaron. Uno de ellos se puso unas aletas rápidamente y se aproximó cogiéndome de espaldas con su brazo por el cuello, manteniéndome la boca fuera del agua y logró acercarme un poco más a la orilla.




Mientras el otro se había aproximado por detrás con una tabla de surf que me colocó a  mi lado para que me mantuviera a flote. A pesar de que la orilla no estaba nada lejos, la resaca era tan fuerte  y tenía tan pocas fuerzas que no era capaz de salir por mí mismo, por lo que el otro muchacho que tenía la tabla de surf me la colocó de manera que pudiera mantenerme a flote y ya, entre los dos, me empujaron sobre la tabla hacia la orilla de donde finalmente logré vivir para contarlo”, concluye tras contarlo a LA VOZ. 

Anonimato  J.M no se lo ha contado a nadie, no quiere desvelar su identidad tampoco porque no quiere alarmar a su familia y amigos, especialmente a su madre. Piensa que entonces  ella estaría preocupada por él constantemente y no podría ir de excursión o hacer deporte. “No quiero alarmar a la gente que me conoce”, afirma. Asegura que no dejará de ir a la playa después de esta experiencia.
 
El peligro  “Yo leía casos como éste y no era consciente de que podía ser sujeto de esta situación”, añade a LA VOZ.
“La gente no sabe en realidad este peligro”, declara por teléfono a LA VOZ. La jornada del sábado, con dos fallecidos ahogados, una mujer en esa misma cala, la pudo contar y lo hace aqui.





Los héroes anónimos “He querido contároslo para, por un lado, si fuera posible de alguna forma, agradecer con toda mi alma a estos dos héroes anónimos, personas en apariencia como cualquiera, pero que pusieron en riesgo su vida por salvar la mía y que no pude agradecérselo como me hubiera gustado, por lo menos a uno de ellos. Muchas gracias a ambos, sois auténticos héroes, de verdad”, afirma también por teléfono. Quisiera conocerlos y para ello hace este llamamiento.  J.M. quiere además advertir a otros del peligro que existe  en las bellas playas almerienses,  “realmente no se es consciente de ello, y doy fe de ello”, asegura.
“Yo mismo había conocido noticias de otros años de estos sucesos y había oído de la resaca en estas zonas, pero en realidad, no sabía lo fácilmente que pasa esta situación y en el fondo la despreciaba, y tal vez pensaba que estas cosas le pasan solamente a algunos.
No comprendía cómo se puede ahogar alguien en éstas situaciones y menos en estas playas que apreciamos tanto y consideramos como idílicas. Y creo que a mucha gente le sucede lo mismo, de ahí que todos los años pasan desgracias y por ello quiero hacer un llamamiento para advertir dando información y para el sentido común”.

Tras su rescate   “Una vez fuera del agua, me sentía mareado y con un fuerte dolor de cabeza y sólo pude darle las gracias al de la tabla de surf que salió conmigo a mi lado al cual le di un sentido abrazo de agradecimiento y rápidamente y muy humildemente se alejó a sus cosas en la playa; y al otro hombre de las aletas no tenía más fuerzas ni para buscarle con la mirada para agradecerle también y no pude hacerlo, porque una vez en la arena me tumbé y empecé a calmarme y a recuperar el aliento, aturdido y cuando me fui, estaba deseando desaparecer de aquel lugar”, concluye este hombre que pudo morir ahogado el sábado.




 


 



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