“Hacía 28 horas de viaje en mi Lambretta solo por venir a mi tierra”

Francisco Gálvez Arévalo, un almeriense de 79 años enamorado de su Almería

Francisco Gálvez Arévalo hizo un repaso a su vida y se emocionó. Acaba de cumplir 79 años.
Francisco Gálvez Arévalo hizo un repaso a su vida y se emocionó. Acaba de cumplir 79 años. Carlos Miralles
Carlos Miralles
12:32 • 15 mar. 2024

"Si te cuento mi vida podemos echar el día entero". Así empieza la entrevista con Francisco Gálvez Arévalo (14/3/1945, Almería). Acaba de cumplir 79 años y cuando echa la vista atrás no puede evitar emocionarse. Cada persona tiene una historia detrás y él se muestra orgulloso de todo lo que ha conseguido a lo largo del tiempo. Atiende a LA VOZ de Almería y Cadena SER después de haberlo pasado "muy mal" con el Covid-19. Hace tres años contrajo el virus, estuvo ingresado en la UCI y por suerte pudo salir, aunque con secuelas. "Las piernas me las ha dejado fatal y me canso rápido, no puedo andar como antes", cuenta. Ese solo ha sido un capítulo de una larga vida con multitud de trabajos, viajes a Barcelona, la Mili, y su gran afición por el fútbol.



Nació y se crio en Los Molinos junto a sus cuatro hermanos: José, Isabel, Eduardo y Antonio. Los padres, José e Isabel, les marcaron un buen camino. "He llegado a trabajar de basurero cuando todavía no había servicio del Ayuntamiento, en la huerta, cerámicas, haciendo ladrillos, en la agricultura, y hasta haciendo escobas, como mi padre"; recuerda. Siempre le gustó el deporte, pero no para practicar fútbol en un club, "solo echaba algunas pachangas con los amigos". En 1961 llega el momento de irse a Barcelona junto a sus tíos José y Mercedes "porque aquí era todo muy rutinario laboralmente y busqué un nuevo reto", y durante siete años fue mecánico ajustador. Eso sí, su carrera no termina aquí, porque Arévalo, como le conocen, fue también albañil, camionero y levantó su propia empresa -que aún sigue en marcha-, Transportes Arévalo, con sede en la Carretera Pilones, Almería.



Barcelona-Almería



Durante su estancia en Barcelona, desde 1961 hasta 1968, echaba mucho de menos su tierra, su Almería, su familia. "Yo sabía que mi futuro estaba aquí; lo de irme con mis tíos era algo circunstancial para aprender otro oficio", señala. Se compró una moto, una Lambretta, que le costó 27.000 pesetas, "y me acuerdo perfectamente de la matrícula, de hecho la he vendido hace poco". En sus vacaciones se venía por aquellas carreteras nacionales hasta Almería "echando 28 horas de viaje. La moto no pasaba de 50 km/h y no era como ahora que hay autovía y lo haces todo en un suspiro". No le daba pereza, sino todo lo contrario: "Cuando era demasiado temprano me paraba en Rioja para tomar algo y me echaba a dormir hasta que salía el sol y ya podía ir a casa". Esos siete años con su Lambretta desde Barcelona a Almería, y viceversa, los recuerda con una sonrisa.



La Mili



Hizo el servicio militar en Palma de Mallorca, "aunque luego me mandaron a Mahón, y otra vez de vuelta a Mallorca para ser radiotelegrafista morse durante tres meses". En 1968 regresó definitivamente a Almería como peón de albañil, se sacó el carnet de camión y ese fue el paso previo a la fundación de su empresa. Conoció a su mujer, Rosario Pascual Márquez, se casaron el 19 de diciembre de 1971 y tuvieron cinco hijos: Francisco Jesús, José Manuel, Charo, Juan Antonio e Isa. Hace catorce años que su esposa falleció: "Recuerdo que el entierro fue el Día de Todos los Santos de 2010. Quince días antes fuimos al médico, le hicieron las pruebas y le detectaron un cáncer. Ingresó en Torrecárdenas y no lo pudo superar". 



Familia



Él siguió adelante con su familia y con su empresa, Transportes Arévalo. "Mi primer camión lo compré cuando se derrumbó el edificio Azorín en 1970. Fui uno de los que estuvo más de 24 horas seguidas retirando escombros de la zona. Eso nunca se olvida porque fue durísimo para la ciudad. Me hice con un Saeta 70 Barreiros y a día de hoy todo sigue en pie pero ya con mis hijos. Yo me tuve que jubilar con 66 años porque me cayó una piedra en la mano mientras se hacía una excavación del edificio de Las Mariposas y me rompí los tendones de dos dedos de la mano izquierda, aunque nunca he llegado a desconectar del todo", apunta. En 1990 se compró la primera autogrúa, una pequeña VALMAN 10.060, apostando por un nuevo concepto de servicios: los autocargantes. En 1993 se procedió a la constitución de la empresa T. ARÉVALO, S.L., en la que forman parte junto con el fundador sus dos hijos, Francisco Jesús Gálvez Pascual y José Manuel Gálvez Pascual. En 1996 se hizo con el primer autocargante de tracción total, siendo pioneros en este ramo en Almería, y hasta la actualidad.


Es feliz

Su vida ahora es muy tranquila. Se da una vuelta por las mañanas, lee la prensa, es abonado del Almería y de vez en cuando hace algún viaje para ver al equipo fuera de casa. Aquellos viajes con la Lambretta, la Mili en Palma de Mallorca, una familia que sufrió con el fallecimiento de Rosario, el derrumbe del edificio Azorín, cómo levantó su empresa... Francisco Gálvez Arévalo va camino de los 80 años y pese a que el Covid-19 fue un duro rival, no pudo con él. Lo más importante es que cada día empieza una nueva aventura. Le afectó el fallecimiento de su mujer pero sacó fuerzas. Un enamorado de su tierra, de su Almería.


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