Un nuevo tío Gilito anda suelto por la calle Mariana

Una calle primitiva que se ha convertido en la calle de La Primitiva

La Administración y estanco de la calle Mariana.
La Administración y estanco de la calle Mariana.
Manuel León
23:22 • 19 feb. 2024

Desde esta noche hay un almeriense que duerme más caliente; desde las 21,30 horas de esta noche, un vecino -presumiblemente del casco histórico- es uno de los tipos más ricos de la ciudad; desde hoy, el casco histórico es más histórico aún: nadie ha repartido tanto dinero de una tacada y a una sola persona como ayer en el corazón de Almería. Ayer, la calle Mariana se convirtió en el Tío Gilito de la ciudad repartiendo casi 38 millones a un solo personaje que, a estas horas, estará tratando de asimilar tanta riqueza de golpe, quizá sin poder conseguirlo.



Esa calle tan castiza de Almería, tan de otra era, tan del pasado, se ha transformado en la calle de la suerte; esa calle tan primitiva se ha convertido en la calle de la Primitiva, en la calle que ha dado uno de los premios de lotería más grandes de la historia, solo superado por los más de 60 millones del euromillón que les tocaron a varios carteros de Mojácar. La calle Mariana es hoy la calle de la noticia y la cara, a falta de la del nuevo muchimillonario, será la de José Luis Alcaraz, el estanquero, que sobrevive en esa pequeña arteria urbana que comunica la calle Jovellanos con la de la Administración Vieja, o lo que es lo mismo: desde El Quincho a Ramón, el del Bahía de Palma. A estas horas, habrá llegado ya la noticia a las Clarisas, las vecinas de calle, que quizá hagan sonar mañana las campanas de su Iglesia. Le han caído 38 millones a un solo hombre o a una sola mujer y uno duda de que se pueda averiguar su identidad. Quizá sea un anciano, quizá sea un jovenzuelo o un ama de casa; quizá sea un policía local o un empleado de la cercana concejalía de Urbanismo o algún bedel de la UNED. 



Allí, en ese estanco y administración de lotería, reconvertido en bazar donde se despachan bebidas y yogures como pequeña tienda de cercanías, ha corrido la suerte como nunca había corrido en la ciudad de Almería, desde que aquel ciego vendedor repartió el gordo entre los empleados de La Crónica Meridional hace ya más años que Matusalén; allí al lado de donde estuvo la heladería de Adolfo, la Flor y la nata,  el Sindicato de la Aguja; allí, en ese lugar de paso, en ese abrevadero actual para los que tapean por el centro los fines de semana, para los que se engolfan con las gambas con gabardina de Casa Puga, para los que se dan un capricho en las pozas de agua de la Plaza Vieja; allí, en ese desguace de calle que espera pisos turísticos en un solar que entronca con Lope de Vega; allí ha pasado la fortuna como nunca había pasado, dejando un saco de millones para alguien que nunca se sabrá quién es. Que sea para bien, que lo disfrute con salud y que no sufra por los 8 millones que le pellizca Hacienda.








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