Inundaciones en el Paseo Marítimo: a la espera de una solución

Propietarios de bares y trasteros siguen achicando agua en sus locales cuando llueve

Francisco G. Luque
20:59 • 25 dic. 2022

"Cada vez que llueve es un sinvivir", declara Melquiades, propietario del Restaurante Delfín Verde, negocio ubicado en el Paseo Marítimo. Y es que cuando el cielo se vuelve de color gris y empieza a caer agua, la intranquilidad se apodera de la mayoría de los hosteleros que tienen sus locales frente a la playa de la capital, una zona privilegiada que se convierte en una auténtica pesadilla para los dueños de estos establecimientos que han sufrido numerosas inundaciones en la última década.



A mediados de este mes de diciembre, durante las últimas jornadas lluviosas, el agua subió un nivel de “hasta 15 centímetros” sobre el suelo de todo el local del Delfín Verde. “Suerte que llueve poco, pero cuando lo hace tenemos que bajar de madrugada al restaurante y empezar a achicar agua”, dice Melquiades, que además detalla que “no solo son aguas pluviales, las tuberías se saturan y empiezan a salir aguas fecales por el váter y en tres minutos ya tienes todo inundado”.






Este negocio se encuentra entre las calles Quesada y García Cañas, en Villagarcía (El Zapillo). Cuenta con una amplia terraza, pero para acceder al interior del local hay que bajar cinco escalones, ya que cuando se hizo el Paseo Marítimo, en los noventa, se construyó a más altura que estos ‘bajos’ que ahora son la cocina, la barra, el comedor y los aseos del restaurante. Muy cerca de la puerta principal hay una arqueta “por la que sale agua como si fuese un volcán, con tanta fuerza que levantó hasta varias losas”.



Pérdidas económicas



“En 2021 sufrimos una inundación en la que tuvimos pérdidas económicas, se echaron a perder productos y maquinaria. Pero lo que es incalculable es el daño psicológico que te hace estar cuatro días cerrado o que estés durmiendo a las tres de la mañana en tu casa y que empieces a escuchar la lluvia y ya no estés tranquilo y tengas que venir al bar”, detallan en el Delfín Verde, restaurante que ha tenido que poner paneles de madera en sus cristaleras para minimizar las consecuencias que puedan provocar las siguientes lluvias.






Este problema lo sufren también en otros lugares de restauración como el Duque de Mar, Building, o Santa Clara, que también se han visto achicando agua por culpa de una situación cuya solución parece no llegar nunca.


“En las últimas lluvias hubo que precintar las puertas y estuvimos más de cuatro horas con una bomba de agua. Hemos hablado doscientas veces con el Ayuntamiento y prometieron soluciones que no llegan. Puedes tener un seguro, ¿pero quién nos paga los días que tienes que cerrar?”, afirma Manuel Núñez, del Duque de Mar, que aprovecha para recalcar que “la gente también debería tener más conciencia y no arrojar basura que luego satura las tuberías”.   


Tubería

Los propietarios tienen claro que esto se originó hace más de una década, “cuando se decidió evitar que las aguas pluviales que bajaban por calles como Quesada (donde antiguamente hubo una boquera) o García Cañas, fuesen bajo tierra directas al mar”. Esto generaba caballones en la arena, algo que “estéticamente perjudicaba a la playa”.


Según recuerdan, “se conectaron las pluviales al alcantarillado general que discurre por debajo de todo el Paseo Marítimo”. Así, cuando llueve, este tubo se satura y empiezan los quebraderos de cabeza para los locales que están por debajo del nivel de esta red general de saneamiento. “Hay que tener en cuenta que hay edificios nuevos en la zona, más agua todavía para ese tubo. La solución sería volver a poner las pluviales como estaban antes”, afirman.




Por el momento no parece que exista una solución que sea medioambiental y económicamente viable, pese a que la administración local estudia a nivel técnico como atajar este problema que quita el sueño a los hosteleros cuando se prevén lluvias.    


Limpieza de los imbornales

Las inundaciones también afectan a los dueños de los trasteros que hay a lo largo del Paseo Marítimo, lo que eran antiguas ‘casetas’ de playa. Antonio Fernández, propietario de más de una veintena de ellos a la altura de la calle Joaquín Vázquez, afirma que los servicios de limpieza de los imbornales “son deficientes”.


Muchos de ellos se encuentran obstruidos por vegetación, plásticos y otros residuos, lo que incrementa la posibilidad de que se produzcan dichas inundaciones cuando llueve. “No entendemos cómo sabiendo las previsiones de lluvia no se adecenten días antes”, comenta. En 2021 ya puso en conocimiento de Aqualia y Ayuntamiento esta situación que también le ha provocado pérdidas económicas. 


Comenta que hace dos años los inquilinos, tras una inundación, le pidieron indemnizaciones. A día de hoy, "no hay un mantenimiento razonable y se sigue inundando", recalca este almeriense de 65 años de edad que recuerda que "el agua sube 30 o 40 centímetros en los trasteros".


Considera que no es un problema puntual, sino "estructural", por lo que espera que desde el Ayuntamiento de Almería y Aqualia puedan encontrar ya una solución efectiva. Mientras eso ocurre, algunos propietarios han optado por poner bloques de hormigón, ladrillos e incluso losas de mármol a la entrada de las puertas de los trasteros para contener el agua cuando hay inundaciones fuera.




Otros afectados por las lluvias son algunos garajes que pegan al Paseo Marítimo, como el que hay al final de la Calle Quesada, que ha llegado a quedarse totalmente lleno de agua, requiriendo la presencia de los Bomberos y grúas para sacar los vehículos, la mayoría de ellos ya inservibles. 


Dicha calle acaba en una pronunciada cuesta que desemboca en un imbornal que no da abasto cuando la lluvia es relativamente contundente. Las pluviales de esta zona desembocaban en el mar, pero ahora están conectadas a una red de saneamiento general que siempre suele quedarse desbordada con las precipitaciones.


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