“Coger la mano al paciente no es lo que más cura, pero ayuda mucho“

Especialista en cirugía bariátrica y colorrectal, estuvo en el prestigioso Mount Sinaí

Manuel Ferrer Márquez, durante la entrevista.
Manuel Ferrer Márquez, durante la entrevista.
Rosenda Mirón
20:00 • 15 oct. 2022

Sus cargos, investigaciones y publicaciones son tan extensas que es imposible sintetizarlas. Manuel Ferrer, o Manu, como todo el mundo le llama, tiene un mirada vivaz propia de una mente inquieta, con la capacidad de multiplicarse y atender en la sanidad pública, la privada, practicar deporte, dirigir tesis doctorales, investigar, ayudar a sus hijos a hacer la tarea y mil ocupaciones más. Después de hablar con él, es casi vergonzante decir que una está cansada o muy ocupada. Su padre, el también cirujano Manuel Ferrer Ayza, es su fuente de inspiración y ambos son muy queridos por compañeros y pacientes.





¿Los cirujanos sienten miedo al operar?



Yo no he sentido miedo, es más bien respeto. Hay que tener muy claro hasta dónde llega cada uno. En un momento que puedas tener de no saber qué hacer, si eres sensato coges el teléfono, llamas a alguien con más experiencia.





¿Hace falta ser algo temerario para ser cirujano, o valiente?



Temerario no. Valiente pues como por ejemplo un profesor que tiene que enfrentarse cada día a chicos que van al colegio en la sociedad que tenemos hoy día o un bombero que se pone a apagar fuegos.



¿No impresiona pensar que tienes la vida de una persona en tus manos?

Creo que hay que tener vocación para ser médico, es una carrera dura donde tienes que tomar decisiones todos los días y pones en juego la vida de otras personas en función de la decisión que tú tomes, no es fácil pero te acostumbras y aprendes.


Eso es un proceso entonces.

Nuestra especialidad deber ser muy vocacional porque es muy dura. Se trabaja mucho, hay momentos en los que sufres, lo pasas muy mal cuando un paciente se te complica o se te muere eso lo llevas y se te queda. Lo sufres mucho pero al final te haces una especie de coraza porque si no no puedes tirar.


¿A usted le han operado alguna vez?

Sí, pero no pasé miedo. Recuerdo una sensación muy agradable al despertarme y un trato exquisito en reanimación. Después he tenido algunos ingresos por otros motivos. Soy un defensor a ultranza de la sanidad pública, la defiendo por encima de todo.


Aprendió sobre estar “al otro lado” en esa situación?

He comprendido más cosas cuando personas cercanas han tenido que ser operadas, ahí sí te das cuenta de cómo sufren los pacientes y sus familiares cuando están ingresados, cosas que nosotros vemos desde fuera de una forma más profesional o fría y cuando estás en el otro lado te das cuenta de que a hay que ser muy empático, cercano, coger al paciente de la mano. Yo intento hacerlo. Hay que intentar ser cercano, en nuestra especialidad es clave.


¿Se establece un vínculo paciente-cirujano?

No siempre. Depende de lo que vayas a operar, no es igual quitarte un quiste sebáceo a un cáncer de colon y donde el paciente pone en juego su vida. Esos pacientes que están sufriendo mucho agradecen ver la misma cara siempre, el mismo equipo, conocerte un poco.


¿De qué hablan tantas horas en quirófano entre ustedes?

Depende de con quién estés operando y el tipo de operación también. A veces opero con íntimos amigos, ahí hablamos del paciente y la operación y hay momentos en los que sin perder nada de concentración hablas de otras cosas. Hay quien se pone música por ejemplo.


¿Cómo se comunica una mala noticia?

A lo largo de los años vas aprendiendo y coges lo que más te gusta, y acabas creando tu propio doctor. Lo bueno que puedo tener de ser cariñoso lo he visto en mi padre, el trato al paciente lo he aprendido de él y lo sigo aprendiendo. Sentarte en la cama y coger de la

mano al paciente no digo que sea lo que más cura, pero ayuda mucho. Esas cosas no se enseñan en los libros, pero vas aprendiéndolo.


A usted le quiere mucho la gente.

Yo me siento querido, es verdad. Creo que tengo muchos defectos pero intento ser abierto, sociable y sobre todo sé dónde están mis límites e intento ayudar a quien tengo al lado. Si te abres a la gente recibes cariño, tanto con compañeros como con pacientes. Hay que ser muy humilde, somos médicos, no somos dioses.


Tenemos nueva facultad de medicina en Almería.

Soy un enamorado de la docencia y la investigación. Ha sido un logro y un éxito para Almería y para el Hospital. La gran mayoría de compañeros están deseando enseñar a estudiantes que vengan a hacer las prácticas a Torrecárdenas, de hecho ya llevamos varios años llevando a estudiantes de sexto año de la facultad de medicina de Granada. Yo estoy ilusionado, cuando salgan las especialidades quirúrgicas me gustaría estar ahí.


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