Más allá del preservativo: la nueva educación sexual

Hablamos con Jesús Alonso, Sexólogo, de la asignatura pendiente por parte de todos

Jesús Alonso, maestro y sexólogo.
Jesús Alonso, maestro y sexólogo. La Voz
Pablo Poza
07:00 • 30 may. 2021

Desde hace ya varios años se viene debatiendo sobre si sería necesaria la Educación Sexual en las aulas como asignatura dentro del currículum. Pero… vayamos por partes, como dijo Jack el destripador. La educación sexual no es hablar de masturbación solamente o de cómo colocar un preservativo o támpax, es hablar de lo afectivo, es hablar de lo positivo de la sexología, en pro de una sociedad igualitaria y con una sexualidad más sana, placentera y responsable.



 



En primer lugar, si echamos un vistazo al resto de Europa, podemos observar como países a la cabeza en cuanto a calidad educativa se refiere ya instauraron esta asignatura como obligatoria hace más de 50 años, como es el caso de Suecia, quien la implantó en la década de los 50. Así mismo, las familias que se oponen a que sus hijos e hijas reciban esta asignatura en los centros educativos corren el riesgo de ir a la cárcel y de multas de hasta 5.000€. Misma situación en otros países como Reino Unido donde el próximo curso pasa a ser obligatoria, entre otros.



 



En segundo lugar, nos cuenta que “parece que vivimos en una sociedad esquiva y un tanto hipócrita con nosotros mismos, ¿por qué?, porque vivimos en una “educación sexual” continua, desde que nos levantamos o mejor dicho desde que nacemos, sin embargo, ¿la recibimos de forma correcta?, o por el contrario ¿nos marca en nuestro desarrollo emocional y, por tanto, en el desarrollo de nuestra personalidad?”.



 



La respuesta es sí. En el momento en el que a un niño o a una niña de 3 o 4 años, por el simple hecho de tener su mano metida dentro del pantalón tocándose una parte más de su cuerpo, como son sus genitales, en plena etapa fálica, por cierto, de descubrimiento y curiosidad para consigo mismo y los demás, le decimos “eso no se toca”, “sácate la mano de ahí marranillo”, “eso es caca”… estamos estigmatizando y generando miedos, repulsión y rechazo a una parte de nuestro cuerpo y, por supuesto, a hablar en el futuro de todo aquello que gire en torno a ello.



 

Félix López, catedrático en psicología de la sexualidad en nuestro país, ya nos habla de la necesidad de una educación sexual desde edades bien tempranas, sencillamente porque somos seres sexuados y sexuales, la propia UNESCO nos dice que es un derecho de los educandos recibir educación sexual, entonces ¿cómo no va a ser un tema ESENCIAL para el desarrollo del psicoevolutivo del ser humano?, estamos negando la realidad y, por desgracia, esto nos trae a la larga muchos problemas de personalidad, de depresión y ansiedad (como nos dice el INJUVE), autoestima… ligados a falsas creencias sobre el sexo y la sexualidad.

 

“Igualmente, se generan problemas de salud tanto en el plano físico, mental y social, a la par que y esto lo tengo clarísimo”, apostilla Jesús, “seguimos educando en desigualdad de forma indirecta, es decir, poniendo tiritas ante una lacra tan importante como es la violencia de género sin tratar el problema desde el origen, LA EDUCACIÓN”. Pero mientras se aborde la educación sexual y todo lo que gira en torno a ella como algo transversal y no como algo longitudinal tendremos los mismos resultados ante las mismas estrategias.

 

Por otro lado, la formación en este ámbito es escasa o nula. Resulta curioso como en las formaciones universitarias de magisterio no existe ninguna asignatura relacionada con la educación sexual, cuando estamos trabajando con personas que se encuentran en pleno desarrollo sexual. Al final, esto es la pescadilla que se muerde la cola, si no existen formaciones para formadores, ¿cómo vamos a formar?

 

Vivimos en una sociedad cada vez más hipersexualizada y analfabeta sexualmente donde los más pequeños tienen acceso a una gran cantidad de información, mucha de ella errónea, por tanto, es responsabilidad de todos nosotros velar por una educación de calidad, segura, real y sin tapujos, donde no existan miedos a llamar pene en lugar de “churrita” o vagina en lugar de “totitillo”, ¿por qué?, porque al codo no lo llamamos “codito”, así de sencillo. Nuestro cuerpo y nuestra sexualidad se merecen un respeto que no se le da.

 

Muchas veces como adultos o como padres, madres o incluso docentes, pensamos que obviando hablar de ciertos temas o cambiando las palabras estamos evitando el acceso a la información por parte del menor o a preservar su inocencia, pero nada más lejos de la realidad. “Como maestro puedo decir que desde edades bien tempranas los niños conocen perfectamente todo, absolutamente todo tipo de vocabulario y es nuestra labor saber reeducar ese aprendizaje”. “Estamos obviando una realidad y me preocupa enormemente que como adultos no seamos capaces de levantar nuestra mirada y observar lo que está ocurriendo. Los más pequeños tienen derecho y están pidiendo a gritos que se les eduque con la verdad y con el respeto que se merecen”

 

Sin embargo, muchas familias y muchos docentes son reticentes a este tipo de educación porque piensan que hablar sexualidad en edades tempranas supone alentar, adelantar, precipitar o animar a sus hijos e hijas a interesarse por temas perversos que puedan llevarles a cometer acciones poco adecuadas a su edad. Pues bien, “todavía no se ha dado el caso en ningún país donde se imparten estas asignaturas en el que menores de 7 años, por ejemplo, mantengan relaciones sexuales, adquieran un comportamiento impropio a su edad, etc”. Así mismo, numerosos estudios con categoría JCR, es decir, de mayor impacto y reconocimiento mundial, muestran como aquellos alumnos y alumnas que han recibido educación sexual en su infancia y adolescencia de manera continua y progresiva han desarrollado una seguridad frente a su sexualidad más segura a la vez que son mucho más críticos y reflexivos ante aspectos desigualitarios.

 

Finalmente, “muchos padres y madres me preguntan, ¿cuándo es el momento de hablar de sexualidad con mi hijo o hija?, la respuesta es clara, desde el momento en el que ellos/as preguntan. Debemos responder con el respeto y con la verdad en todo momento, nuestros hijos e hijas así se lo merecen, a la vez que esto generará una mayor complicidad y confianza de cara al futuro. Esto no quiere decir que tengamos que explicar todo con pelos y señales, pero si responder de forma clara y concisa, pues puedo asegurar que no va a llegar a más ese cuestionario de preguntas, en cuanto se reciba la respuesta esperada por parte del niño o niña su incertidumbre habrá desaparecido y no irá más allá”.

 

Es trabajo de toda la comunidad educativa, familias, docentes y alumnado caminar juntos en este sendero de la educación sexual, ya que es parte consustancial de la vida, la cual nos acompaña desde que nacemos y que está en nuestro día a día, en nuestra forma de vestir, de comunicarnos, de comer, de hablar…, es cierto que este constructo moral-social-cultural e incluso religioso a veces, nos ha llevado a tratar a las ciencias sexológicas desde lo genital o desde el coitocentrismo, pero la educación sexual va mucho más allá, y por desgracia en los libros de ciencias naturales solo hablamos del aparato reproductor y del proceso de fecundación, olvidándonos del hecho sexual humano. “Como docente y sexólogo especializado en asesoramiento y educación sexual puedo decir, debido a la escasez legislativa en educación sexual que encontramos en el curriculum, donde todo gira en torno a lo peyorativo, preventivo y arriesgado del sexo, que son los centros de formación del profesorado (CEP) y las Asociaciones de padres y madres (AMPAs) las que deben de fomentar este tipo de formaciones por parte de profesionales de la sexología y la educación, con la intención de poder trabajar de manera conjunta y comunitaria”.

 

Para cualquier tipo de información o consulta, pueden visitar la web http://www.sexologojesusalonso.com/

 


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