El Fandanguillo vuelve a Plaza Vieja

La rehabilitación de la fachada alcanza el arreglo del reloj que preside el Ayuntamiento

Imagen de las obras de la Plaza Vieja hace unos días
Imagen de las obras de la Plaza Vieja hace unos días La Voz
Lola González
22:04 • 21 jun. 2018

Entre el ruido de las máquinas en plena faena, de las voces de los obreros que se dan instrucciones, y el trinar de los pájaros que surcan el cielo iluminado de la Plaza Vieja de la capital se escuchan de nuevo los sones del Fandanguillo de Almería.



Para los nostálgicos, aquellos que durante los años que la obra ha tenido silenciado y hasta desmontado el reloj y el carrillón del Ayuntamiento han seguido manteniendo en su memoria la adaptación de la obra de Gaspar Vivas, que el pasado martes comenzaran a sonar a ratos sus notas fue todo un reencuentro con la historia más reciente de esta plaza.



Y es que dentro de las obras de rehabilitación de la Casa Consistorial que ya han alcanzado el rescate de sus fachadas, se encuentra también el volver a poner en uso este reloj. Según explican desde el Ayuntamiento   las labores para arreglarlo y colocarlo han estado en marcha tanto martes como miércoles y sin duda que el Fandanguillo de Almería vuelva a presidir el sonido ambiente es todo un hito del avance las unas obras que han prolongado la agonía de la casa de todos los almerienses durante más de trece años.



Hay que tener en cuenta que a pesar de que la empresa adjudicataria de las obras, OHL, y el Ayuntamiento están en fase de discusión por una reclamación de cerca de 850.000 euros por retrasos que la constructora considera no achacables a su labor, lo cierto es que todo indica a que el 14 de julio, tal y como se fijó en la última prórroga de los trabajos, la rehabilitación del edificio -que no su adecuación como sede municipal que será la siguiente parte- se culminará y esa torre del reloj volverá a lucir como en 1981.



Curiosidad
Llegaba ese año dentro de las obras de ‘modernización’ de la Plaza Vieja dirigidas por el arquitecto Manuel Berti y gracias a Ortiz Gacto, este nuevo reloj. Cierto es que el proyecto original de Trinidad Cuartara que data de 1902 ya recoge la puesta en marcha de un reloj, y según una entrevista publicada en La Voz de Almería ese año el alcalde de la ciudad, Santiago Martínez Cabrejas, sobre este proyecto se apoyó Ortiz pero “se ha introducido una gran diferencia y es que el reloj instalado es automático y eléctrico”, toda la tecnología de la época.



En ese mismo texto explica el propio Martínez Cabrejas como lo convierten en un estandarte almeriense al introducir los sones del Fandanguillo. Afirmaba entonces que para ello contó “con el asesoramiento del gran aficionado al flamenco Lucas López López, y el maestro Richoly que puso las notas para adaptarlo al reloj” porque era demasiado largo. Así se escogió la parte más popular dividida en cuatro partes para que a las ‘y cuarto’ suene la primera, ‘a las y media’ se escuche la primera y la segunda, ‘a las menos cuarto’ la primera, segunda y tercera, para que ‘a las en punto’ suene en su totalidad.



Esta adaptación hizo vibrar la Plaza Vieja por primera vez  el primer día de la Feria de 1981 y fue justo lo que se escuchó antes de que el alcalde leyera el pregón que supuso el arranque de las fiestas.



Silencios
Cuenta el Padre Tapia que con las copiosas lluvias del año 1990 el reloj quedó silenciado y que durante dos años así siguió hasta que recuperó la voz. 


Desde entonces se convirtió en el son que ha presidido y marcado el tiempo de los funcionarios municipales, los concejales y trabajadores de todos los partidos y los miembros de la prensa que tienen en las dependencias municipales su segunda casa hasta que las obras de remodelación del edificio obligaron a volver a callarlo.


Pasear por la Plaza Vieja sin escuchar la música que Gaspar Vivas estrenaba en 1910 en el Café Nuevo en la adaptación de Richoly al principio fue extraño pero tras el paso de los años se había convertido en habitual. Ahora con el regreso de los sones flamencos este trapecio que ha visto pasar la historia de Almería para tantos usos como ha necesitado su ciudadanía, regresa la esperanza de que las máquinas acabarán por irse y el edificio municipal volverá a la casa de todos los almerienses. Está más cerca, pero aún hay que esperar.


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