“El sistema obliga a ir a barrios marginales a comprar la marihuana y a enriquecer a los traficantes”

P. A. Q. defiende la legalización, pero se enfrenta a dos años de cárcel por cultivar para un club cannábico

Club cannábico en Almería
Club cannábico en Almería
Javier Pajarón
22:38 • 05 sept. 2016

P. A. Q. cuida sus plantas con el mimo de un artesano. Controla la humedad, la luz y la temperatura imprescindibles en el crecimiento de cada maceta y explora las técnicas de la agricultura más natural para conseguir la marihuana de la mejor calidad.




Sin embargo, el producto de P. A. Q. no acabará en la ventanilla enrejada de una casa baja ni en el interior de los pantalones de un toxicómano en un parque de Almería. Su maría presume de aroma y sabor. Y no tiene ánimo de lucro. Sus plantas van a una sociedad cannábica para fumarla entre cafés, refrescos, cervezas,  juegos de mesa y música. Un club.




“Se estigmatiza a la gente que consume porros, pero ¿cuál es la alternativa entonces? Este sistema obliga a la gente a ir a los barrios marginales y a enriquecer a los narcotraficantes en zonas peligrosas”, critica P. A. Q.   “En una sociedad cannábica la gente fuma mientras escucha música y conoce a otras personas, es un sitio cultural y de ocio donde el catalizador son los porros, pero nada más”, explica el joven almeriense.




Su caso es particular y representa el eslabón de una cadena a favor de la legalización. P. A. Q. participa de un “autocultivo colectivo” donde sólo se consiguen las cantidades correspondientes a las necesidades de un grupo de socios, identificados y registrados, dueños de la maría, según los límites de consumo legales (dosis por día).




Sin embargo, el joven, representado por los letrados Mariano Garfias y Sidarta Rubio, se enfrentará el próximo mes de octubre a un juicio por tráfico de drogas. La Fiscalía pide dos años de cárcel y una multa de 7.000 euros para P. A. Q. por un delito contra la salud pública tras una operación realizada por la Guardia Civil en Alhabia (Almería). Los agentes encontraron 333 plantas en una cueva, aunque sólo unas 60 eran “fumables” por su grado de crecimiento. 







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