La Voz de Almeria

Opinión

Lo más remoto que queda de Almería

Son como jabatos milenarios resistiendo el paso de los siglos mirando al mar latino: han sido un muladar, un mingitorio, un  corral de gallinas; ahora van a ser adecentados

Torreones de Pescadería en la Avenida del Mar.

Torreones de Pescadería en la Avenida del Mar.

Manuel León
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Están ahí como dos jabatos resistiendo las dentelladas del tiempo; milenarios, no centenarios: lo más vetusto que hay en la ciudad, con permiso de la Alcazaba: están ahí, en la Avenida del Mar, como en una colina, como centinelas del barrio de Pescadería, antes incluso que el propio barrio, cuando Pescadería era Al-haud; están ahí esos torreones almerienses como baluartes de la primitiva muralla defensiva de la medina que fundó Abderramán y que hermoseó Jairán y contra la que tantas civilizaciones llegadas por el mar latino estrellaron sus arcabuces . Son como lazarillos de piedra de cantería, inmóviles como gatos de porcelana; cuánto trabajo costaría levantarlos en aquella Almería antecesora. Son la pátina histórica más clarividente de la ciudad medieval y sin embargo parece que nunca se ha hecho demasiado caso, parece que han sido como los muros supervivientes de cualquier patio de vecinos. Durante décadas, su perímetro ha sido más un muladar que otra cosa y garabatos y grafitis han merodeado estos grandes bastiones almenados, como si pertenecieran al patio de un colegio. Incluso hubo una época en las que alguien se atrevió a taladrar la solera de su estructura para instalar cables eléctricos. Lo nunca imaginado.

Los Torreones de Pescadería, declarados Bien de Interés Cultural hace unos años, lo que ha garantizado su supervivencia, tienen ahora ante sí una ocasión única para salir de su letanía y entrar, de verdad, en el olimpo del patrimonio histórico almeriense. El Ayuntamiento, junto con financiación de la Junta de Andalucía, ha implementado un proyecto para la urbanización y mejora de su entorno. Serán 250.000 euros los que se empleen en adecentar su ámbito y cuenta con el informe favorable de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico. La intervención se llevará a cabo sobre el denominado Torreón oeste y el Lienzo y pretende dar solución a problemas en la estructura como los humedales, la pérdida de junta, la presencia de cemento impostor y la aparición de otros materiales añadidos en etapas posteriores que están descontextualizados. Los torreones califales merecen seguir teniendo una larga vida; salvando las distancias hay otros elementos del patrimonio histórico almeriense, mucho menos históricos, que han recibido muchas más lisonjas, mucho más incienso, mucha más coba que estos testigos del paso de los siglos, desde la época de las atarazanas, desde la época en que 'Almería era Almeria y Granada su alquería'. Y, sin embargo, por no tener no tienen ni una sola plaquita que los identifique ante la mirada de los forasteros; al contrario, han sido durante siglos un mingitorio más o menos oficial y un lugar donde triscaban las gallinas domésticas que Juan Goytisolo retrató en su docudrama almeriense, donde había más realidad que ficción.

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