
Un granadino y tres hermanos ejidenses han vencido, en buena lid y contra todo pronóstico, en el combate por el Paseo de Almería. Serán los que hagan realidad lo que solo está en los planos, los que hagan cristalizar el sueño de convertir la arteria más burguesa de la ciudad, tomada hoy por la circulación rodada, en un boulevard de placitas vegetales para leer, para pasear a los niños, para que los jubilados se sienten a la sombra de algún ficus o alguna buganvilla. Es decir, volver a sus orígenes, cuando a la parte baja del Paseo, desde donde hoy está la calle Rueda López hasta la Plaza Emilio Pérez se le llamaba Boulevard del Príncipe, y no se dejaba que transitara ni carruajes de tiro de sangre.
Ha sido la alianza de una empresa granadina -Hormacesa- con otra ejidense -Lirola- la que se ha llevado la codiciada contrata de estas faenas en la que había en juego una bolsa de 14,1 millones de presupuesto base y muchas firmas de solera zumbando frente a ese panal de rica miel: Albaida, la malagueña Sando, los franceses de Eiffage, Ortiz, Fircosa, Facto y el pequeño gigante Jarquil, de José Luis Sebastián y Joaquín Salvador. Pero han sido las dos anteriormente dichas las que se han hecho con la jalea real de la colmena del Paseo con una oferta de11,1 millones que supone una quita del 22% sobre el presupuesto base de licitación 14,1 millones. Ha ido fuerte en Almería el dueño de Hormacesa, Julio Martínez Quesada, un ingeniero ambicioso, aficionado al esquí de alta competición y que demuestra que en los negocios tampoco tiene miedo a tropezar. Está acompañada por el Grupo Lirola, de los hermanos Lirola Ruiz, ejidenses, un conglomerado de empresas de construcción y servicios que emplea, en momentos punta, a más de 600 trabajadoras bajo la dirección, en Almería, de Manuel Jurado.
Mucha responsabilidad la que se le viene encima a los Liora y a Julio Martínez. Son conscientes de que Almería entera va a tener puestos sus ojos en este señero trabajo, porque es como si remozaran la sala de estar de cada uno de los más de 200.000 vecinos. Tendrá doce meses para realizar la obra, a través de varios tramos, desde la Puerta Purchena a la Plaza Circular. Será la renovación de más fuste en el Paseo de Almería desde que a finales de los 60 del siglo XIX fuera ideado por el arquitecto José Marín-Baldo y Cachís, hijo de un alcalde de Murcia. Marín-Baldo llegó a Almería cuando un Orozco acababa de ordenar el derribo de las murallas medievales y sus baluartes, que permitieron el ensanche del Paseo, que entonces era una alameda extramuros. El ambicioso plan de este agrimensor decimonónico fue diseñado cuando Almería era una ciudad de 27.000 almas. El murciano marcó una línea de fachada de la que disfruta desde entonces la ciudad, al conseguir la enajenación de unas casas con huerto que interrumpían la línea recta de la actual avenida.
Ahora Julio Martínez y los Lirola tienen la alta responsabilidad de enmendar todo aquel buen hacer de Marín-Baldo para adaptar el Paseo a un nuevo tiempo, a un siglo XXI en el que ese trayecto privilegiado entre Las Mariposas y La Peña luzca, en diciembre de 2025, flamante para su paseo, para su disfrute, para convertirse en un lugar de sosiego cerrado al ruido de los motores y abierto a la convivencia de los almerienses. Sin riesgo no hay beneficio: eso debió pensar Marín-Baldo cuando diseñó el antediluviano Paseo y prohibió, sin complejos y no sin ataques furibundos, la circulación de calesas y landós hace más de un siglo y medio.
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