Las ocurrencias de la candidata a candidata

Creo que las dos últimas propuestas de doña Adriana bien merecen una pequeña reflexión

José Fernández
09:00 • 07 oct. 2022

En la política actual se vive siempre en la inminencia, real o concedida, de algún acontecimiento presuntamente determinante: un congreso, unas primarias, una convención, unas elecciones… da igual. A todo se le atribuyen ahora unas expectativas notables que se diluyen en cuanto el hecho sucede sin que pase nada reseñable y se comienza a programar la próxima gran ocasión. Y me fijo ahora en el precalentamiento en banda que viene haciendo la candidata a candidata a la alcaldía del PSOE almeriense, Adriana Valverde, que lleva unas semanas protagonizando una serie de movimientos que, incomprensiblemente, no han merecido la atención de la prestigiosa revista ‘Behavioral Ecology and Sociobiology’, que ya documentase de manera impecable el cortejo de la avutarda en celo. 



La culpa de esta coreografía un tanto forzada (hoy una foto ante una cochambre, mañana una rueda de prensa mal leída, pasado una propuesta chiripitifláutica) es del máximo responsable de los socialistas andaluces, Juan Espadas, que no sabe dónde poner el huevo entre la bandada de precandidatas que revolotean en el nido socialista. Pero creo que las dos últimas propuestas de doña Adriana bien merecen una pequeña reflexión. De entrada conviene señalar que ir a decir a unos vecinos compungidos justo lo que esperan oír y prometerles el oro y el magrebí, sin detenerse a considerar si eso es técnica, económica y legalmente posible, no es nuevo. Se llama populismo y es más viejo que el hilo subsahariano. Por lo tanto, no tiene nada de extraño que doña Adriana se haya lanzado al luminoso sendero del auxilio a los vecinos de unas cortijadas que reclaman con razón más alumbrado y más vigilancia policial para evitar robos. 



Pero Adriana les ha dicho eso de que “si se quiere, se puede”, que es algo que estaba muy bien para ilustrar aquellos calendarios de artistas que pintaban con el pie, pero que en boca de una aspirante a la alcaldía queda a mitad de camino entre el infantilismo y la prevaricación. Vamos a ver. En una administración seria, no siempre se puede hacer lo que se quiere porque precisamente la seriedad de esa gestión te obliga a pasar antes por los filtros de los departamentos jurídicos y económicos, que son los que de verdad te dicen si se pueden hacer las cosas. 



El PSOE, que tiene en su haber el meritorio logro de haber arruinado por dos veces al Ayuntamiento de Almería durante sus años de mandato, debería cuidarse de repetir sus viejas estrategias y lemas, porque de mucho querer sin poder acabamos viendo a los trabajadores municipales sin poder cobrar su nómina, a los proveedores haciendo cola en la puerta del concejal de Hacienda y a los bancos y ¡hasta las gasolineras! negando el crédito al Ayuntamiento. Todo esto ya ha sucedido en nuestra ciudad y, sinceramente, no creo que sea bueno repetirlo. Pero es que esa es precisamente la dirección hacia la que también apunta la otra propuesta de doña Adriana, que quiere que el Ayuntamiento compense económicamente a los comercios y bares de las calles donde se hagan obras municipales. Y lo dice así, sin precisar cuantías, ni plazos, ni baremos, ni nada. Se ha plantado en las tiendas con la acera abierta por unas obras y a decirles a los dueños que el ayuntamiento debería compensarles por los clientes que puedan perder. Y claro, a ver quién le dice que no. Lo del coste y la legalidad de la idea son cuestiones irrelevantes para la señora Valverde, que a pesar de su propio hecho cronológico se empeña en ver la vida con la ligereza de una preadolescente y a proponer una gestión emocional que tal vez podrá triunfar en tuiter, pero que en la realidad adulta de las cosas nos situaría en el umbral de la ruina. Otra vez. 








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