Núñez Feijóo se va (pero no se va) de Galicia

El ingenio verbal no es exclusivo de los líderes populares gallegos

Manuel Campo Vidal
08:58 • 19 abr. 2022

La política en Galicia tiene a veces pasajes italianos con un ingenio en las frases y en las fintas muy particular, poco usual en el resto de España. El conocido tópico “del gallego no se sabe nunca si sube o si baja la escalera”, lo superaba Manuel Fraga Iribarne refiriéndose así al inefable Pío Cabanillas Gayas (o sea, el padre): “Pío es el único gallego del mundo del que no se sabe si sopla o aspira”. El propio Cabanillas ofreció frases magistrales al inicio de la Transición cuando aún se debatía, entre egos indomables y urgencias de calendario, la formación de lo que sería la Unión de Centro Democrático: “Ganaremos, pero aún no sabemos quiénes”. O cuando le advirtieron los periodistas que algunos políticos pedían su cabeza: “Será para usarla”, les tranquilizó.



 



El ingenio verbal no es exclusivo de los líderes populares gallegos. Abel Caballero, hoy alcalde de Vigo con más votos en cada elección, se enfrentó a Fraga Iribarne en 1997 cuando el presidente ya había dicho varias veces que no se presentaría. “Entonces, será usted candidato frente a José Cuiña”, le dijimos. “No. El candidato será Fraga, aunque ahora lo niegue”, respondió. “¿Afirma que Fraga miente?”, replicamos. “No miente; lo que pasa es que aún no lo sabe”. Lo clavó. Terminaron convenciéndolo y Fraga arrasó de nuevo. Caballero, que ya iba justito en las encuestas, tuvo la mala suerte de que un inoportuno Felipe Gónzalez anunciara en un mitin de aquella campaña, en Ourense, que se retiraba de la política. Y los socialistas se desplomaron.



 



Ahora le toca el turno a Alberto Núñez Feijóo, más cartesiano en sus declaraciones, con bastantes aciertos y algunos errores. Aciertos como cuando dijo: “Yo no he venido a insultar a Pedro Sánchez. He venido a ganar a Pedro Sánchez”. La primera frase es una enmienda a la totalidad a la política de Pablo Casado y su lugarteniente Teodoro García Egea; y la segunda, insufla moral de victoria a los suyos. También errores como cuando afirmó que “nunca he visto un Gobierno tan autista” y se le rebelaron las asociaciones de padres de niños con esa enfermedad. Tuvo que disculparse.



 



Con cuatro años de retraso sobre el horario lógico previsto, Núñez Feijóo dejará la Xunta de Galicia, después de tres mayorías absolutas, para presidir el Partido Popular y aspirar a la Moncloa. Crea un vacío en la Xunta; pero quien no sepa interpretar correctamente sus deseos puede caer al abismo si trata de ocuparlo. Alguno ha estado a punto. En vísperas de un Comité Ejecutivo del PP gallego en el que se iba a aprobar el nombre del sucesor, el presidente del PP en A Coruña, Diego Calvo Pouso, llamó a varios alcaldes sondeando la posibilidad de que el sucesor fuera él mismo.“Algunos no entienden que Feijóo se va de Galicia, pero no se va. O sea, que se va a Madrid, pero seguirá en Galicia por elevación”. Gráfica descripción a la gallega la que hace el ex conselleiro de Fraga, Juan Miguel Diz Guedes. Y para ello, nombrar sucesor a Alfonso Rueda, y no a otro, garantiza la ejecución de ese misterioso trabalenguas: “Feijóo se va, pero no se va”. 



 

Queda claro: unas clases urgentes de gallego -no del idioma, sino del estilo- se recomienda a políticos, periodistas y asesores para entender que el PP nacional será más sutil y “menos de sierra mecánica”, a la madrileña. Para evitar desperfectos. 


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