López Vázquez

Nunca sabremos si se hubiera evitado la SGM de haber intervenido Occidente en la Guerra Civil

Javier Adolfo Iglesias
08:59 • 07 abr. 2022

No dejamos de comparar aunque se diga que está feo hacerlo. Lo hacemos para intentar conocer, enseñar, reflexionar y para avanzar entre la incertidumbre. Comparamos cosas y personas, a las exparejas, casas y empleos, incluso guerras y sus víctimas.  



El martes lo hizo el heroico presidente Zelenski al recordar ante el Parlamento de España el bombardeo sobre Guernica. Podía haber citado  también el de Almería pero aun así también habrían salido mastuerzos que habrían objetado la comparación, más pendientes de los lóbulos izquierdo o derecho de sus estrechas mentes.



Nunca sabremos qué habría pasado si Francia, Inglaterra y Estados Unidos hubieran intervenido en España contra los golpistas apoyados por Hitler y Mussolini. Nunca sabremos si Europa habría evitado la Segunda Guerra Mundial y por eso no podemos comparar ese futurible con el negro futuro que hoy afrontamos en Ucrania. Comparo mi angustia con la de los habitantes de Mariupol y me avergüenzo de mi mismo. Tambien comparó guerras Jordi Évole y con su sentido de la oportunidad salvífica entrevistó a refugiados de las tragedias bélicas en Bosnia, Ruanda y Siria. No se qué sacó en claro el antiguo Follonero el mismo día en el que aparecieron los cadáveres en Bucha. Sin duda que las guerras producen el mismo dolor y parecidos refugiados con desigual destino.



Desde que vi con mis ojos la guerra en Bosnia en 1993 comparo y equiparo nacionalismos. Es la misma idea nociva la de Milosevic, Putin, Puigdemont, Junqueras y ETA. Comparo manifestaciones: las de los independentistas que durante  años abarrotaron e incendiaron las calles de Barcelona y las de los ucranios ahora abandonados en su soledad en esas mismas calles. También se ha visto una equidistante comparación: “Ni Putin ni OTAN”, en la pancarta de aquellos que siguen el “pacifismo de precisión” morado de Montero y Belarra.



Al margen de guerras, veo Tele 5 y contrasta su trato épico y forzadamente feminista a Rocio Jurado y el linchamiento cosificador que le dan a la Pantoja con el apoyo mercantil de sus familiares. El País compara tiempos económicos y titula: “La inflación devuelve a España a la pesadilla de los setenta”. ¡Falsa comparación! Yo viví de niño aquella subida incesante de precios pero no la recuerdo como una pesadilla. Todo lo contrario, éramos felices cuando después de semanas nos comiamos un pollo asado con una excepcional fanta de a litro.  



En aquellos años de austeridad feliz para los ‘boomers’ y de pesadilla para los periodistas milenials, hubo políticos responsables que pactaron en La Moncloa bajo la advocación del Pato Nicol. Estos días se compara a Feijóo con sus antecesores. Y comparamos mamporros; el de Will Smith con los castizos y no coreografiados de Jesús Gil y Ruiz Mateos, con su célebre “¡Que te pego Leche!”. El violento suceso en los Oscars ha sido motivo y ocasión para ‘visibilizar’ el problema de la alopecia femenina, y yo celebro que miles de mujeres se fortalezcan y sean apoyadas públicamente en su sufrimiento oculto hasta hoy.



Mi buen amigo Paco Luis me aconseja que no compare pero no lo puedo evitar y me acuerdo de los millones de varones calvos que sufrieron por la caída traumática de su pelo tal y como Ibáñez mostró en la biografía de Mortadelo. Y sin embargo, fueron ‘normalizados’, en realidad, ridiculizados como “españoles calvos, bajitos y acomplejados”, un estereotipo que hoy no se revisa en la era del revisionismo.



A todos ellos les puso cara y dignidad José Luis López Vázquez. Hace semanas se cumplió el centenario de su nacimiento y no pude festejarlo por la guerra. Hoy celebro su talento actoral y alopécico y espero que un día, el genial actor de “Mi querida Señorita” sea reconocido por un especial de Tele 5 como icono de los calvos trans en pleno franquismo.


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