La esperanza

Los autónomos y empresarios han perdido el hipo y puede que pronto el aire

Alberto Gutiérrez
08:59 • 19 mar. 2022

Una periodista rusa, Marina Ovsiannikova, se presentó en las noticias de la televisión con una pancarta contra la guerra de Ucrania y como no hubo policías para desalojarla del plató el realizador fundió a negro o algo parecido mientras en la Plaza Roja de Moscú otras valerosas mujeres se manifestaban caminando con folios en blanco en las manos. Éstas sí fueron expulsadas y detenidas –como la periodista- por unos agentes que argumentaban no sé qué absurdas leyes gubernamentales. Tal sistema es el que gobierna en Rusia.



Aquí en España vemos otras manifestaciones que no requieren tanta valentía, porque nuestro ordenamiento jurídico permite hablar, reunirse, expresarse con libertad. Lo que viene a llamarse democracia, aunque algunos protesten de vez en cuando por las condenas impuestas a personas que rebasaron los límites de la libertad de expresión, bastante fundamentados y justos. El día que se instale una autocracia como la rusa en nuestro país –no descartemos nada- me gustaría ver a esos mismos que, por cierto, se muestran conformes con la desorbitada subida de los precios de la luz y el combustible, que no quitan la palabra, pero sí el hipo. 



Durante estos días, las protestas callejeras en España responden a que los autónomos y empresarios han perdido el hipo y puede que pronto el aire si el Gobierno no pone remedio de forma urgente al meteórico ascenso de los precios de la energía. Asumimos, naturalmente, que la invasión de Ucrania nos afectará en general a todos, pero el drama no debería cobrarse la supervivencia de empresas y empleos cuando existen herramientas para evitarlo: bajando los onerosos impuestos ya, como han hecho otros países vecinos desde el primer minuto. 



La vida se ha puesto difícil y es probable que debamos tirar de estoicismo para sostenernos en el marasmo y en la calima, que ha venido a atormentarnos en este principio de año al que le faltan un par de plagas bíblicas para conducirnos al apocalipsis final. Pero, por suerte, aún no estamos en ésas, al menos nosotros. Los ucranianos, bajo las bombas, y los rusos de bien, bajo la implacable bota del sátrapa y criminal Putin, sufren, sin embargo, algo más que una plaga: la barbarie se ha apostado en la puerta de sus casas para conducirlos a las tinieblas de la sinrazón, la opresión y el miedo a no recuperar la libertad propia de los seres humanos, negada en las tiranías. Por eso, la periodista rusa, Marina Ovsiannikova, junto con el presidente ucraniano Zelensky, son para mí las personas del año. Aglutinan la esperanza, el optimismo y la alegría de vivir en medio del oleaje y la tempestad.







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