Las infancias sonoras de Nuria

“Me mandó una caricatura de Hitler acariciando alegremente la mejilla de un pequeño Putin”

Beatriz Torres
08:59 • 03 mar. 2022

Hace justo una semana, mientras yo pensaba en las miserias de mis últimos días, y también en los placeres, como despertarme feliz en mi cama y ser el mejor momento del día, Rusia bombardeaba Ucrania y yo quería meterme otra vez en la cama. 



Se me agarró tal nudo en la garganta, las tripas y el corazón, que tuve que llamar a Natalia, una bella mujer ucraniana, cantante y pianista, que fue vecina varios años de mi pueblo y ahora reside en Garrucha. Con ella hice a principios de este siglo un programa en Sol televisión de Vera, dentro de mi sección Rojo y Negro, donde pretendía presentar a la comarca personas de otros países que aquí eran consideradas simples inmigrantes, pero que a su vez aportaban un gran potencial de cultura y arte a nuestra tierra. 



Natalia me dijo que no podía pensar en nada, que se había quedado sin palabras para describir lo que sentía después de la invasión, y se encontraba en estado de shock. 



Ese mismo día un vecino rumano, Valentín, me mandó una caricatura de Hitler acariciando alegremente la mejilla de un pequeño Putin, sumiso y expectante como un alumno aventajado ante su gran maestro. 



Así es, le escribí, Putin, a pesar de ser incomparable, es como un Hitler en estos momentos. 



La semana anterior acudí a la presentación del premio Adonáis 2021 en Antas. Todo un honor y un privilegio, además de haber recaído en una poeta almeriense, Nuria Ortega Riba. Estuvo acompañada por su profesora de Filología Hispánica en la UAL, Isabel Giménez Caro, quien desgranó sus versos con una profunda delicadeza y naturalidad. 



Me impresionó la juventud de Nuria y la intensidad de sus poemas. Desde entonces los leo y releo cada noche en la cama. Hay uno titulado “Agua”, que cuando lo escuché recitado por ella en ese lugar tan acogedor que es la sala de estar de la cafetería Leo (el rincón de los actos de Argaria) me acordé de Cecilia. Me vino a la memoria la sensibilidad de querer ser “Nada de nada”, “una brisa sin aire soy yo, nada de nadie”, cantaba ella.  



El poema dice así: “Ojalá ser agua/ solo agua/ y no llamarme Nuria/ sino agua.” Me encanta, y solo para mis adentros cantaría, “una gota sin agua, así de pequeña soy yo, nada de nada”.


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