Desayuno con ‘Bullying’

“Al diputado Alberto Casero le ha hecho ‘bullying’ toda España porque es gordo y tiene papada“

Javier Adolfo Iglesias
22:29 • 09 feb. 2022

El último anuncio de Cola-Cao se suma a disertar, explicar y reflejar el mundo que nos ha tocado vivir a la par que a vender un producto.



En este siglo XXI los spots o comerciales televisivos son más intensos que un libro de Kierkegaard. Las compresas luchan contra el cáncer, los jabones denuncian la invisibilidad y no se qué estereotipo y los turrones ya no vuelven solos por navidad sino acompañados de empoderamientos y poliamores varios. Solo las colonias y perfúmenes se resisten para fastidio de los ministros Montero y Garzón. Y en estas, el  chocolate españolazo ideal de desayunos y meriendas se dedica al llamado “Bullying”.



Asi somos. Vivimos ya en un continuo anuncio en el que las personas somos las mercancias y nos vendemos unos a otros envueltos en conceptos metafísicos, supuestamente elevados, pero que en realidad nos vuelven neuróticos y paranóicos.



Mientras me tomo mi desayuno chocolateado observo cómo todo el país le hace un bullicioso ‘bullying’ digital al despistado diputado del PP Alberto Casero, quien votó a favor de la reforma laboral del PSOE y el Gobierno.



Está claro, es gordito, el tipico gordo simpático con su papada, alopecia y mofletes que tanto nos gusta para burlas, escarnios y mofas. Y encima nos dicen que es inteligente, ¡Juas, juas, juas! Ya pasó con Oriol Junqueras, otro obeso español y encima con ojo desviado.



A Putin le tememos con uno solo de sus pestañeos pero ¿a quién le asusta el gordito Kim Jong-un por muchos misiles nucleares que dispare de vez en cuando? Por eso, el dictador coreano ha tenido que adelgazar.



Si Casero hubiera tenido el aspecto del autócrata ruso no hubiera corrido tanta burla sangrienta por las redes sociales.



Según los expertos con despacho y sueldo actuales, yo sufrí un terrible bullying escolar. En mi colegio me llamaban cruelmente  “Pelotas”, así en mayúscula, como mi nombre propio. Si fuera un caradura cínico habría dado mil charlas retribuidas y quizás me habría convertido en un icono contra el bullying.  Pero no, no soy tan aprovechado como esas empresas que anuncian sus comidas ‘revientarterias’ y al mismo tiempo te dicen en letra pequeña “Hay que hacer ejercicio”.  


Hoy día el anuncio de Cola-Cao lanza un mensaje muy alejado de aquel de los años 70 que “ayudaba con fuerza...” y ponía como ejemplos a deportistas célebres de entonces.


Nunca ha habido más acoso escolar en los centros educativos que hoy, ¿por qué? Porque alguien interesado nos ha hecho creer que hablar de ley, reglamento del centro, de ética, autoridad y respeto es algo tan viejuno como Mariano Haro.


Comencé de profesor en un instituto de Murcia y me llamó la atención un pequeño cuarto con un rótulo: “Aula de Convivencia”. Pregunté a algún directivo y me contestó:


- “Eso es para el alumnado que tiene una conducta contraria a la convivencia”.


- “¿Para castigar a los malos, no?”, repregunté ingenuamente.


- “No, para que el alumno disruptivo continúe su proceso de enseñanza-aprendizaje”, contestó.


- “O sea, para castigarlo”, pensé y aprendí en silencio.


Mayo del 68 fue el primer anuncio coletivo de la sociedad occidental y su lema   “prohibido prohibir” se traspasó a la realidad.  Hacer recaer nuestra moral en campañas publicitarias y confundirlas con la realidad nos lleva a problemas, también con nuestros mayores. Ese spot de “el no-banco” se salió de la tele hace tiempo y de esta forma la banca dejó a nuestros mayores sin atención personalizada.


Menos mal que para solucionarlo,  está ese otro odioso anuncio de Telefónica, que hace pasar a los mayores por adolescentes enamorados que no paran de usar sus móviles sin control. ¿Otro cola-cao?


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