España no es Australia

En Australia se cumplen las leyes y se actúa con firmeza y rigor

Alberto Gutiérrez
09:00 • 22 ene. 2022

Dicen de Djokovic que es un tipo muy bromista, pero supongo que la yenka de la deportación no le ha hecho mucha gracia ni a sus seguidores ni a él mismo, a quien su padre comparó con Jesucristo, que ya es comparar. Aunque lo del meme que lo muestra como Jesulín de Ubrique en el mostrador de un aeropuerto es genial. Porque Jesulín, quiero decir Djokovic, ha engañado a los australianos y éstos, que no son tontos, le han dicho que si quieres arroz, Catalina.



Al jugador balcánico le ha sucedido que se ha tropezado con un país serio. En Australia se cumplen las leyes y se actúa con firmeza y rigor, aunque siempre hay quien argumenta, en su ataque, que los paisanos son descendientes de presos, enviados allí en su día como los franceses mandaron a Napoleón a la isla de Santa Elena a supervisar nubes. Un país estimulante Australia. Quizá convenga tenerlo en cuenta para cuando Europa acabe de naufragar gracias a nuestros avezados burócratas. 



Mientras ocurría la deportación del popular tenista, aquí en España veíamos la Supercopa de fútbol… en Arabia Saudí. ¡¡Olé Riad y su puente de Triana!! Ahí estaba el tal Rubiales, nuestro peripuesto presidente de la Real Federación Española de Fútbol, departiendo en el ampuloso palco de un estadio semivacío con el príncipe de un país donde los derechos humanos son una filfa: lapidan a mujeres adúlteras, encarcelan a homosexuales, los juicios son una broma y la libertad de expresión una quimera, entre otras fruslerías. Pues allá que fuimos los españoles, dispuestos a recoger la siembra de los petrodólares de una nación que, por si fuera poco, asesinó no hace mucho tiempo a un periodista crítico con la dictadura saudí. Un escándalo que no les ha pasado factura, sino todo lo contrario. Ninguno de los cuatro clubes españoles –de acendrado señorío, según dicen- opuso una mínima resistencia moral a participar del escarnio a los derechos humanos a través del fastuoso espectáculo deportivo emitido al mundo entero desde aquella atalaya insultante. Encuentren ahora las siete diferencias entre Australia y España.



No sé ustedes, pero a mí me da que es una incoherencia querer ser artífices y defensores de derechos de toda condición y a la vez homologar a regímenes dictatoriales por un puñado de dólares. En 2017 la jugadora de ajedrez ucraniana Anna Muzychuk se negó a participar en un campeonato en Arabia Saudí porque, según dijo, “estoy dispuesta a defender mis principios y perder el dinero que podía ganar jugando doce torneos”. Ya ven, una persona decente.








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