El don de escuchar lo que piensan, dicen y sienten los demás

Tiempos de confinamiento que llevan al límite la convivencia y sacan a flote nuestras miserias

Carlos Aguilera
08:59 • 10 ene. 2022

Son muchos los hogares que se han visto invadidos por la nueva variante de la Covid-19. Encuentros mínimos, regalos sin envolver. Tiempos de confinamiento que llevan al límite la convivencia y sacan a flote nuestras miserias. Navidad de cuarentena. 

 

Si estás sin pareja, la soledad saca tus demonios interiores. Si te cuesta comunicarte, los síntomas del virus lo empeoran. Todo se vuelve reto. Y entonces te acuerdas de lo que dicen los sabios: cuando uno está enfermo, son dos batallas las que afrontar, no solo una. No se trata solo de ponerse sano, sino de saber llevar la enfermedad; también la mental. Pero la enfermedad puede convertirse, como les ha ocurrido a muchos santos, en ocasión hermosa para cambiar de vida, para mejorar su alma. Lo primero: salir de uno mismo. 



 

La condición básica para reconocer lo que se tiene delante en justo esa, estar más allá de tus propias narices; escuchar a los demás. Películas como “Family Man”(2000), “¿En qué piensan las mujeres”(2000), “Qué bello es vivir”(1946) o la reciente producción portuguesa de Netflix “Lulli” (2021) lo muestran. Todas estas películas nos presentan a un protagonista ambicioso, inteligente pero egoísta; que no presta atención a los demás y que solo mira la realidad desde su perspectiva. ¿Cómo disfrutar de los Regalos de Reyes que nos da la vida si no prestamos atención más que a nuestros propios deseos?



 

Hay un filósofo italiano que estoy leyendo estos días que dice que la verdadera finalidad para la que nos han concebido nuestros padres, es para “vivir la relación con el infinito”. Me impresiona cómo lo cotidiano, estando confinados o no, puede ser angustia para unos y puerta para lo infinito para otros. Muy interesante en este sentido la última película de Disney “Encanto”, con una banda sonora maravillosa y un guion muy enraizado en la familia. 



 

Como propósito del año, estaría bien este: respirar hondo, escuchar con calma qué me dice mi interior, pero, también, dedicar tiempo a escuchar a los demás: a quien te encuentras en el Mercadona o paseando a tu perro; pero, sobre todo, llamar más a aquellos seres queridos que estén solos y enfermos. Feliz año nuevo. Feliz 2022.


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