2022, año clave para el Corredor Mediterráneo

“Hoy en día seguimos con las promesas, pero el Corredor no avanza al ritmo al que debería”

Federico Félix Real
09:00 • 03 ene. 2022

La ejecución del Corredor Mediterráneo marcará un punto de inflexión para España, no sólo por los efectos multiplicadores que tendrá para nuestra economía, en términos de crecimiento y de generación de empleo, sino porque supondrá una revolución en la movilidad, tanto de mercancías como de pasajeros, generando nuevas actividades relacionadas con la logística, la construcción de infraestructuras y de material de transporte, cuya producción sería en gran parte nacional, con el importante efecto multiplicador que ello conllevará y, además, contribuirá de manera decisiva a la sostenibilidad medioambiental de nuestro país.



Y hablamos en futuro porque hoy en día seguimos con las promesas, pero el Corredor no avanza al ritmo al que debería. Y es precisamente ahora, cuando la economía española trata de avanzar dentro de una tormenta perfecta (inflación galopante, serios problemas en sectores fundamentales de nuestra economía, pérdida de competitividad, encarecimiento de materias primas, precios desorbitados de la energía, necesidad de mayor agilidad y reducción de burocracia, etc.), que es más necesario que nunca un rápido avance en la construcción y puesta en valor de esta infraestructura, porque la misma aportaría nuevas fuerzas expansivas y un importante efecto multiplicador y transformador.



Como ya hemos hecho notar en repetidas ocasiones desde la Fundación PROAVE, el Corredor Mediterráneo para el tráfico de pasajeros y mercancías es un instrumento clave para el desarrollo y transformación del Arco Mediterráneo Español, que representa el 40% de la población de España y el 50% de las exportaciones. Unas exportaciones que vienen sufriendo el efecto de las dificultades generadas por los crecientes problemas existentes en el tráfico de mercancías por carretera, el brutal incremento de los costes de transporte y las turbulencias que esto está originando en el colectivo de transportistas. En el momento actual, con la campaña de la naranja en pleno funcionamiento, esto da lugar a un serio quebranto económico en uno de nuestros principales productos de exportación y una considerable merma de los ingresos y expectativas de nuestros agricultores. Lo mismo ocurre con muchos otros productos del sector agrario e industrial del Arco Mediterráneo. 



De lo que acaba de decirse se infiere que esta carencia infraestructural es germen de importantes pérdidas de ingresos y actividades que merman la capacidad de recuperación de la economía española. Pero tan grave como este impacto económico lo son los efectos sociales que ello está teniendo en colectivos altamente vulnerables, como el de los pequeños agricultores y los trabajadores de pequeñas y medianas empresas, ya muy castigados por las turbulencias laborales de casi dos años de pandemia.  



Por ello, en el pasado acto empresarial del Corredor Mediterráneo que organizó el movimiento #QuieroCorredor en IFEMA, Madrid, pusimos de manifiesto que los retrasos en la ejecución de la infraestructura empiezan a ser preocupantes, con cuellos de botella que, de no solucionarse de forma decidida, convertirían en poco viable la infraestructura en los términos en los que está actualmente.



Como decía el lema del encuentro España está perdiendo el tren. Esperemos que 2022 sea un año determinante y que el Gobierno de España demuestre con hechos (presupuesto y obras), que el Corredor Mediterráneo es una prioridad y que de verdad apuestan por él.






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