Las lecciones de Paco Cosentino

El hombre que nunca se puso límites, es un ejemplo a seguir que nos debe impulsar a ser mejores

Alberto Gutiérrez
07:00 • 06 nov. 2021

Ha recibido el premio más importante de su vida. En su tierra, de manos del rey de España. Paco Martínez-Cosentino ha cosechado encendidos y justos elogios. Yo le conocí en el año 2008, en una cena de la Asociación de Jóvenes Empresarios, un año antes de ser presidente, y desde entonces le profeso gran admiración y respeto.



Por razones profesionales, he escuchado su apasionante historia en numerosas ocasiones. Son varias las lecciones que uno se lleva cuando le escucha. Una de ellas, la principal, es pensar a lo grande en todos los sentidos. Empezando por el empresarial: no hay que achicarse nunca.



Paco suele remontarse a sus orígenes, a aquella cantera de ‘Perro muerto’, de la que emergieron buenas vetas de mármol, aunque al principio asomaba un fracaso. Luego vinieron los viajes por Italia e Israel. La búsqueda de la diferenciación: segunda lección. El anuncio en la Superbowl. O la confianza que siempre han tenido en él los clientes, proveedores y, sobre todo, los bancos, en los momentos más complicados. Es decir, después de las tres ruinas que ha vivido.



El tercer aprendizaje es la pasión. Paco no entendería una vida donde el trabajo fuera un suplicio, cuando en realidad es una diversión. Forman parte de su ADN, y de Cosentino, la ambición y el idealismo, que ha transmitido a sus hijos y a toda la compañía. En la sede de Cantoria se respira, no sólo el peculiar olor a Silestone, sino también el entusiasmo de ser partícipes de un sueño.



Cada vez que voy allí pienso mucho en ese sueño, en que la pequeña ciudad industrial que ha dado empleo a miles de personas brotó de la mente de Paco. O sea, la visión empresarial: cuarta lección. 



El quinto aprendizaje es la perseverancia. Caerte para volver a levantarte. Tienes una idea. Pues ve a por ella y protégela, como le decía el personaje de Will Smith a su hijo en la fantástica película ‘En busca de la felicidad’. “No dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo”, afirmaba el padre en la memorable escena en la cancha de baloncesto. A Paco alguien le dijo una vez, tras una ruina, que mejor cerrara su empresa. Ese no sabía con quién estaba hablando.



Por último, el propósito, el tener un objetivo que trascienda incluso a la empresa, procurando el bienestar de la gente que te rodea, desde la educación. A través de la Fundación Eduarda Justo, presidida por su hermano Eduardo y en honor a la madre, Eduarda, que debió ser una mujer extraordinaria, han ayudado a cambiar la vida de cientos de jóvenes almerienses, enseñándoles lo que para mí es la definición exacta del éxito: sacar el máximo rendimiento a tus capacidades en cualquier aspecto de la vida.



Por todas estas lecciones el presidente de Grupo Cosentino, el hombre que nunca se puso límites, es un ejemplo a seguir que nos debe impulsar a ser mejores, a armar nuestros sueños con tenacidad, ilusión, energía, voluntad y constancia. Por todo ello, gracias, Paco, y enhorabuena.


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