Cuando Sánchez decía

Hay dudas sobre que Pedro Sánchez pueda tener un criterio y consiga mantenerlo

Fermín Bocos
07:00 • 04 sept. 2021

Hay serias dudas de que Pedro Sánchez crea en algo. Dudas sobre que pueda tener un criterio y consiga mantenerlo. No hace mucho se declaraba dispuesto a renunciar en nombre del PSOE a la elección de los miembros de del CGPJ. Hablaba de lo que llamaba “comodidades” del bipartidismo, a las que decía que había que renunciar porque perjudicaban al partido y a la necesaria separación de poderes. Ahora ya está en otro registro.



Ahora defiende que la elección de vocales debe ser cosa del Parlamento y señala a Pablo Casado como único responsable del bloqueo del proceso de renovación de los vocales del mencionado Consejo. Y con ésa consigna salen sus suyos a dar estopa. Félix Bolaños, uno de sus flamantes ministros, se ha estrenado dejando una perla que lleva camino de dar mucho que hablar.





Según su decir: “Los jueces no pueden elegir a los jueces ni los políticos a los políticos”. Reparte, además, carnés de demócrata señalando al PP como un partido escasamente democrático por no querer avenirse a la renovación del Consejo en los términos en los que plantea el PSOE que mantiene en su lista candidatos afines a Podemos, cuarta fuerza parlamentaria.



Sánchez pasa del ying al yang a conveniencia. Hace uno días acudió a la base aérea de Torrejón (Madrid) a apuntarse un tanto robando plano a los militares que se habían jugado la vida culminando con éxito la repatriación de los últimos de Kabul.



Hablando de los militares, Sánchez les ha felicitado, adoptando, incluso la terminología castrense. “Misión cumplida”, exclamó a la vuelta de los uniformados que regresaban de Afganistán.



Pero no hace tanto, cuando giraba por España recalando en las agrupaciones del PSOE como el huérfano al que habían maltratado y defenestrado las madrastras del Comité Federal, declaraba que había que suprimir el Ministerio de Defensa.



Por no hablar de cuando sentenció que estaba en contra de indultar a los sediciosos del “procés” y luego todos sabemos cómo terminó la cosa. Es un caso digno de estudio. Lo que sorprende es que no sea mayor el desconcierto de la parroquia.


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