Afganistán y Occidente

Claro que nos importa Afganistán.

Alberto Gutiérrez
07:00 • 28 ago. 2021

El mundo es un lugar incierto y peligroso -lo estamos viendo en Afganistán-, pero la nuestra ha sido una vida a salvo hasta que los terroristas de la Yihad han venido a sulfatar con su odio nuestras calles, a sepultar a las mujeres bajo el acero pesado de un niqab (vayan a Londres y verán) y a decirnos que nos merecemos el infierno mientras ellos viajan al otro barrio con huríes, leche, miel y hasta con el kalashnikov, que no lo sueltan. 



Claro que nos importa Afganistán. Y no solo por lo que les vaya a suceder a las mujeres, que han gozado de veinte años de cierta libertad y ahora se esconden en sus casas porque los talibanes, en su insoportable mediocridad, no tardarán en rebajarlas al nivel de un animal doméstico. Además, estamos nosotros, tratando de ubicarnos en el planeta después de que los Estados Unidos hayan abandonado su interés por la democracia de otros países y confirmar que la aventura entre pastunes les estaba costando más dinero de la cuenta. 



La libertad y la democracia tienen un coste en vidas y en dinero, como bien supimos en Europa en el siglo pasado. No se defienden con tuits ni con globitos, ni siquiera cantando el Imagine de los Beatles en animada reunión al lado de una verja y con velitas. Que parecemos idiotas, coño. El mundo, nuestro mundo, lo protegen las fuerzas armadas, los ejércitos, aunque algunos sigan jurando por Snoopy que la paz se abraza siempre con diálogo. Id a hablar con los talibanes y ya si eso nos contáis.



La situación es muy complicada, por si nos faltaba algo en este siglo XXI que se nos empezaba a atragantar aquel 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, cuando iniciamos una nueva Era. O afrontamos que el mundo es un hervidero de amenazas y peligros o un día acabaremos preguntándonos con cara de panolis cómo ha podido suceder esto, es decir, el fin de nuestros principios y valores de Occidente.



 



Está muy bien afirmar que no va a pasar nada. Hasta que pasa. La evacuación de Afganistán es nuestra derrota y un símbolo y un aviso de que no hay nada eterno. Si queremos seguir siendo la mejor civilización del planeta tendremos que empezar a correr con los gastos de nuestra propia defensa en lugar de mirar hacia los yanquis, por mucho que estemos en la OTAN. Y China, entre tanto, a punto de ser la mandona del mundo. O sea, los comunistas.  





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