El verano de Nadia

Las dos Españas no descansan ni en verano. Ahora le tocan a la de Olga contra la de Rociíto

Javier Adolfo Iglesias
07:00 • 29 jul. 2021

En la playa esta columna se vuelve una pesadilla. Bajo este colchón de arena miles de especies abisales luchan entre sí hasta la extinción mientras sobre ellas me macero en una crema que dice combatir el cambio climático. No se por qué la compré si apenas distingo el levante del poniente y confío ciegamente en la muerte de nuestro sol. 



Los niños de hoy en la playa solo hacen castillos de arena si hay una App en sus móviles. Y los adultos no juegan a ser enterrados por sus hijos porque no se fían de que los dejen ahí para siempre como una concha del cretácico.  



Viendo el horizonte sueño con que llegue un ser de otra galaxia embarcado en una sandía al estilo de Roal Dahl, una verde y gorda que alguien puso a refrescar en la orilla hace años; y oigo de lejos y amortiguado por una mascarilla el eterno “pataaaaaatas, cacahuéeee, pipaaaaaas”. Salto y me meto en la cesta de esparto del vendedor como si fuera el Halcón Milenario y navego por el tiempo. Debe de ser esta crema.



Dos señoras bien empoderadas de laca charlan  bajo la sombrilla como Mrs Robinsons del Zapillo:



- Pili: Hoy Rafa ha empezado con el deporte. 



- Amparo: ¿Por fin se ha apuntado al gimnasio? 



- Pili: No me hagas reír. Se pasa la madrugada pegado a la tele por los Juegos Olímpicos. 



- Amparo: Mira, mejor. 


- Pili: Y que lo digas, anoche a las nueve ya estaba dormido y pude ver entera la final de Supervivientes. 


Las dos Españas no descansan ni en verano y “ahora” le toca a Olga Moreno. El plan de Tele 5 es más perfecto en su maldad que el de Hitler para invadir el continente. Y tan rentable como las empresas que recibieron a nuestro presidente ‘Sexy en Nueva York’.


Veranos de playa, televisión y Juegos Olímpicos. Más de un heteropatriarcante La Nuit anda zambo por la orilla creyéndose el macizo abanderado de Togo. En realidad se parece más a Aleseyev, aquel cachalote ruso que levantaba pesas. Con él no se hubiera caído el imperio comunista aquel verano del 91.


Los españoles somos más anarquistas que comunistas. Nos gusta llevar la contraria al que tenga el poder. Por eso, tantas mujeres machistas se rebelan ahora contra Sor Montero que salió por Tele 5 bendiciendo a Rociíto. La ministra se vino arriba como monja yeyé a la que le das una guitarra. Y tras ver caer a su ‘sororienemiga’ Calvo también se mete como la vieja del visillo entre los tiktokers. Hemos pasado del ‘Pontelo, pónselo’ al mamporrerismo moralista del ‘Como no te lo pongas te lo pongo yo’. 


Algo parecido ocurrió con Fray Alberto Garzón. El líder de IU y ministro de Consumo dijo una verdad sobre la producción industrial de carne pero ha molestado su tono de confesionario. Y ya se sabe. Con Franco, los españoles apostábamos en la fiambrera de la playa por el filete ruso sabedores de que el diablo venía de Moscú. 


Si Marx y Engels levantaran la cabeza se les caería la barba al ver que su materialismo dialéctico e histórico se dirimen hoy entre hamburguesas, condones, telebasura y videos banales de jóvenes narcisos que se pavonean de móvil a móvil. 


Mi mejor verano lo pasé en la playa del Zapillo matando moscas con las chanclas y rompiendo olas con el pecho. En la radio sonaba Linda de Bosé, en la tele echaban ‘Tensión’ y me enamoré por vez primera de una niña que yo creía o soñaba que era Nadia Comaneci.


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