¡Viva Cuba libre!

Durante los últimos días los cubanos se han revelado en decenas de ciudades

Alberto Gutiérrez
07:00 • 17 jul. 2021

Cuba forma parte de nuestra historia sentimental, como el Sáhara, porque fue nuestra última colonia de ultramar. Y los cubanos son los iberoamericanos más parecidos a los españoles y, concretamente, a los andaluces. Les sobra gracia, talento y simpatía, pero les falta libertad y democracia, que el régimen dictatorial de los Castro y ahora de Díaz-Canel lleva robándoles más de sesenta años. 



Estuve en la isla hace tres lustros y pude comprobar la eficacia soviética de la dictadura: no deja títere con libertad. En mi periplo por el país, desde La Habana hasta María la Gorda, donde estuve buceando entre corales, me sentí vigilado, como si supieran en cada momento con quién estaba y qué decía. No era extraño, porque Diva, la abuela que me acogió en su casa gracias a un amigo común, tenía que subir el volumen de la televisión para hablar de Fidel, ‘el loco’, como lo llaman ellos. “La vida aquí es como si nos pusieran la misma película un día tras otro”, se lamentaba con ese acento caribeño que yo armé en sólo dos días para ir desde Vedado a La Habana Vieja en autostop. “Capitooolio, hermano”, le decía al conductor antes de pagarle unos pesos y subir al viejo Cadillac junto a otros desconocidos.



Guardo grandes recuerdos de mi estancia allí, algunos muy cachondos y surrealistas, de los que he hablado alguna vez. Como cuando me confundieron con un comunista en la casa del Comité de Defensa de la Revolución (“¡Compañeros, ha venido desde España un activista!”, exclamó la dueña de la vivienda a los vecinos) o cuando vi el clásico Barça-Real Madrid en un apartamento que tenía de forma clandestina antena parabólica y tuve que celebrar los goles merengues en silencio para que no se enteraran los vecinos del CDR de que allí se cocía el gravísimo delito de conocer lo que ocurría más allá del océano. Por cierto, empataron a tres y Guti hizo el partido de su vida, no se me olvidará nunca.



Anécdotas aparte, durante los últimos días los cubanos se han revelado en decenas de ciudades porque les quitaron todo, incluso el miedo. Claro que luego también les han quitado la conexión a Internet para que no se propaguen las protestas. Allí son más de quitar que de poner. El canalla de Díaz-Canel arengó a los delatores y mamporreros de la dictadura a salir al combate frente a los compatriotas que están hasta el gorro de la “patria o muerte” del castrismo.



Mientras, aquí en España la extrema izquierda calla miserablemente o se justifica en el falso bloqueo yanqui, cuando en realidad se trata de un embargo. Cuba tiene relaciones comerciales con multitud de países, pero eso lo obvian. Ya lo decía el escritor cubano Reinaldo Arenas, de quien se hizo la película ‘Antes que anochezca’: “Esos escritores de izquierda, que disfrutan de la democracia y se enriquecen atacándola, si vivieran en un país comunista y no pudieran salir de él, cambiarían su manera de pensar. Y además no podrían escribir nada”. Esta es la dolorosa realidad de la isla. ¡Libertad para Cuba!






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