La hospitalidad de Ryan

Beatriz Torres
07:00 • 06 may. 2021

Desde que vi la película ‘Rebelde entre el centeno’, basada en la vida y obra de J.D. Salinger, me he reenganchado a leer ‘El guardián entre el centeno’. Me hubiera gustado pasarme el día de la madre leyendo esta novela de un tirón, en vez de fregar platos y hacer la comida, pero no estuvo mal el día. 


Por la tarde salí con el paraguas abierto. Chispeaba y hacía sol. Yo iba contenta caminando bajo la lluvia. Sin embargo, de pronto me envolvió una luz blanca y un trueno sonó encima de mi cabeza. La lluvia empezó a arreciar de tal manera que me daba la impresión de que caían pequeños granizos que se rompían en el suelo. 


No sabía si volverme o seguir adelante. Decidí llegar hasta la próxima casa. Me acerqué a la verja y grité, María. Una voz me contestó, no está. Puedo entrar, insistí. Sí, abre. 



Crucé el porche, entré en una vivienda y me encontré con un niño y su madre que ya me tenían preparada una silla al lado de la puerta. No los conocía de nada, pero me dieron cobijo sin saber quién era. Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos, es una de mis máximas preferidas. 


La volví a escuchar en ‘Todo sobre mi madre’. No me canso de ver esta película, siempre me deslumbra esa solidaridad entre mujeres y la profundidad e intensidad de sus sentimientos. Lo mismo me pasa con ‘Deprisa, deprisa’, otra de mis favoritas. Me apasiona la relación entre Pablo y Ángela, haremos lo que tú quieras, le dice Pablo, si quieres ir al mar, iremos al mar. Cómo añoro un amor así. 



Ryan, el niño de once años, me dijo que estaban de Ramadán. ¡Ah!, no lo sabía, antes tenía vecinos marroquíes y me enteraba de las fechas porque a veces cenaba con ellos la harira, esa sopa típica marroquí. La madre me ofreció dulces de miel que había hecho para la ocasión. Y cuando llegó el padre con una cesta grande llena de habas y guisantes también me dieron. Me preguntaron a qué me dedicaba y yo les dije que quería ser profesora. Entonces Ryan me dejó asombrada cuando exclamó felizmente, no está mal perseguir los sueños. 


Paró de llover y quería regalarme flores. Yo le dije, vamos a ver el arco iris.





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