El desamor y la familia en tiempos revueltos. 10 ideas para una separación sana

María Díez Simón
07:00 • 23 abr. 2021

“Casados que se separan, fuego eterno se preparan”; “el matrimonio es como una llamada en plena noche, primero suena el timbrazo y luego te despiertas”; o “el matrimonio, al contrario de la fiebre, comienza con calor y termina con frío”, estas y otras expresiones populares forman parte de nuestra idea de la pareja y la posible separación posterior. 


Durante el año 2020 en España las separaciones cayeron un 13,3 % respecto al año anterior, un total de 95.060 parejas decidieron separarse legalmente, según el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). En el caso de Andalucía, se presentaron 21,4 demandas por cada 10.000 habitantes, en un año marcado por la pérdida, la soledad, las emociones virtuales, la inestabilidad laboral y un nuevo contexto familiar al que adaptarse. 


Existen diferentes tipos de separación por ejemplo emocional, independiente, social, económica y la separación legal en la que se acuerda la guarda y custodia de los hijos, en el caso de que exista descendencia. Este apartado es el más problemático por lo que desde la psicología de familia y jurídica prevalecen unas recomendaciones para acompañar a las familias en un proceso de adaptación sano para todas las partes implicadas:



1. El relato contado a los menores debe ser coherente, marcado por un lenguaje positivo, evitando comentarios despectivos sobre el otro y una información adaptada a su desarrollo sociocognitivo y a la experiencia vivida en la época anterior a la separación. 


2. Ambos progenitores se comprometen a mantener hábitos de vida saludable en alimentación, vida social, domicilio estable y actividad laboral para ejercer las habilidades parentales de forma responsable.



3. No es conveniente alimentar esperanzas en los menores de posibles reconciliaciones de pareja que puedan confundir y desestabilizar sus rutinas en proceso de reconstrucción. 


4. Una vez iniciada la separación legal y la nueva convivencia es necesario establecer un canal de comunicación estable, ajeno a los menores y evitando críticas hacia el otro para tratar temas comunes. 



5. Es importante evitar que el menor tome partido por alguna de las partes o como adultos adoptar posturas victimistas para obtener ganancias secundarias como atención o lástima. 


6. Las tareas parentales deben ser ejercidas por ambos antes, durante y después de la crisis de pareja y nueva situación familiar, independientemente si estas funciones se ejercen durante la semana o períodos breves.


7. La familia extensa (abuelos, tíos, etc.) se mantiene al margen de posibles conflictos con el otro progenitor o influir en las experiencias y emociones del menor. 


8. Los progenitores son una figura de autoridad democrática por lo que no es aconsejable compartir datos íntimos o emocionales que favorezcan que los hijos se responsabilicen del bienestar psicológico del adulto.


9. En la medida de lo posible minimizaremos los cambios en las rutinas como por ejemplo cambios de domicilio, centro escolar, actividades o eventos sociales. 


10. A la hora de facilitar el cambio de domicilio de los menores es recomendable trasmitir respeto, evitar chantajes emocionales o económicos, agresiones verbales o físicas y lesiones. 


La mejor separación es aquella en la que se da un mínimo conflicto entre los progenitores derivado de las responsabilidades parentales y se mantiene al menor al margen de los problemas. En una separación marcada por la agresividad verbal y la manipulación, los menores presentan más problemas de conducta, baja autoestima, miedo, hiperresponsabilidad, enfado, soledad, problemas escolares, de sueño o la fantasía de la reunificación.


Actualmente, la sociedad considera la separación como un hecho cada vez más común, es fácil recordar parejas cercanas en proceso de separación, y en psicología, los hijos de familias separadas se analizan con baremos similares que el resto de familias si se ha seguido una separación y parentalidad positiva. 


Por todo esto tendremos en cuenta que una ruptura de pareja no implica una ruptura de familia, ya que el papel de padre o madre si se mantiene “hasta que la muerte nos separe” y más allá.



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