Tiresias y la identidad de género

Beatriz Torres
00:42 • 11 mar. 2021 / actualizado a las 07:00 • 11 mar. 2021

Me llamó por teléfono un amigo de toda la vida y siempre que hablamos pasamos de un tema a otro sin darnos cuenta. Yo a veces le digo, por favor, que es demasiado. 


Pero esta vez me sorprendió gratamente porque, siendo yo una perfecta ignorante de la mitología griega, me dice, escucha radio clásica, hay programas en los que se relaciona la música, la filosofía y los mitos. Y yo contesto entusiasmada, por qué no dedico el resto de mi vida a estudiar la mitología griega, comprendería mucho mejor la vida en general y nuestra cultura en particular. Qué es Europa sin el mundo griego, “yo debería dedicarme al griego, la lengua de la mente”, dice Joyce en su Ulises


No sé cómo llegamos a que me contara que el dios Zeus y la diosa Hera tuvieron una discusión sobre quién experimentaba más placer sexual, si los hombres o las mujeres. Como cada uno opinaba que el que sentía más era el otro, llamaron a un mediador y aquí es cuando aparece Tiresias, un personaje totalmente desconocido para mí. 



Tiresias fue uno de los adivinos más célebres de la mitología griega. Era de la ciudad de Tebas y ciego desde joven. Disfrutó de una larga vida y existen diferentes versiones sobre el origen de su ceguera, al igual que sobre el hecho de que se convirtiera en mujer durante siete años y después volviera a ser hombre, y viceversa. Esa circunstancia hizo que mediara en la disputa y afirmara: “De diez partes un hombre solamente goza de una”. 


Esta afirmación me dejó perpleja, y no solo por la actualidad del tema con la Ley Trans, sino porque me hizo cuestionarme si en este hecho objetivo y constatable se escondía el origen del machismo maltratador, abusador y violador. 



Este ser espiritual, por sus dotes proféticas mediaba entre los dioses y los hombres, por su condición andrógina entre los hombres y la mujeres, y por su larga vida entre los vivos y los muertos. Reaparece a lo largo de la literatura europea, desde los clásicos, pasando por Dante, hasta nuestros días, como en Kafka en la orilla de Murakami


Cuando lo leí en Wikipedia subí corriendo a la estantería. 




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