Un debate artificial

Fermín Bocos
07:00 • 09 ene. 2021

Al hilo del asalto al Capitolio de Washington -un acto sedicioso encaminado a anular la proclamación de Joe Biden como presidente de los EE.UU.- se han desatado en nuestro país los demonios familiares. Estamos asistiendo a una carrera de algunos políticos y de ciertos medios para, en un sorprendente juicio de intenciones, tratar de encontrar analogías -a derecha e izquierda- que podrían provocar aquí comportamientos políticos similares en un ejercicio lamentable. Como si España no tuviera suficiente con los problemas que tenemos: la pandemia, las vacunas, el desempleo de cerca de cuatro millones de trabajadores, los ERTES que mantienen en un limbo laboral a otros setecientos cincuenta mil, la crisis económica que se nos viene encima y el desafío del separatismo catalán.


Problemas reales de los que se habla menos de lo que se debería. De repente nos han crecido decenas, por no hablar de centenares, de expertos en política norteamericana. Gentes que tocan de oído pero pontifican sobre lo ocurrido en Washington ,sus causas y la, para algunos de ellos, “evidente” relación del “trumpismo” con opciones políticas españolas. Se establecen alegremente analogías e incluso identidades entre los populismos de allí y los que operan aquí omitiendo las diferencias radicales entre la sociedad norteamericana y la sociedad española. Empezando por la fundamental: aquí, pese a la crisis económica se mantiene los fundamental del paraguas que supone el Estado del bienestar. Pese a retrasos y carencias -agravados ahora por las urgencias debidas a la expansión de la pandemia- nadie se queda sin atención médica. En los EE.UU. millones de personas carecen de una red semejante. Allí el nivel de desigualdad entre las clases sociales es abrumador. Por no hablar de la violencia, el comportamiento policial y el racismo. Todo eso fermenta en un malestar social agravado por las proclamas de Trump que han ido creando un clima de división y crispación sin analogía posible.


Seamos serios, no hay comparación posible. Por eso, sería muy de agradecer que nuestros políticos abandonaran el discurso de las analogías. Que unos y otros se centren en lo que ahora es esencial: la vacunación y en buscar soluciones para cambiar el modelo productivo español que permita reducir la insoportable cifra de desempleados. Que se dejen de debates artificiales. España no es América.






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