Baria de nuevo: la amenaza que no cesa

Enrique Fernández Bolea
07:00 • 19 dic. 2020

Baria de nuevo, acosada por el infortunio una y otra vez, como si de una maldición se tratase. Y no, no es una maldición; es la desidia, el desprecio, ese desdén que muestran quienes están obligados a protegerla, a velar por su conservación, por la integridad de aquello que es de todos, que es nuestro fundamento y hasta nuestro futuro, el fundamento y el futuro de los que vendrán. Su privilegiada posición, causa de su fundación y destino como emporio de culturas, ahora, como consecuencia de la codicia y de la negligencia que la ampara, deviene en su principal amenaza. 


Otra vez, como en aquel lejano 2004, hay que volver a organizarse, hay que reivindicarla a dentelladas, hay que preservarla y protegerla. Y otra vez lo tiene que hacer el pueblo, la sociedad civil, porque el patrimonio que oculta y desvela siempre que se la profana nos pertenece, nos define, y sin nos lo arrancan, nos están amputando una parte de nuestra identidad. Baria es nuestra y es única, y si atentan contra ella, si la menosprecian, es un ataque contra nuestra propia dignidad, es una ofensa contra nuestra cultura, contra nuestra historia. Lo demás es superficie.


Porque hay que saber que la parcela de la discordia, sobre la que se pretende construir un edificio ligeramente ataluzado de dos sótanos, planta baja y tres alturas, fue suelo protegido por el mismo tiempo que los esfuerzos denodados del pueblo consiguieron salvar de las fauces de la irracionalidad urbanística la parcela colindante, más extensa que esta, donde se pretendía levantar un monstruoso apartahotel. Que todo se integró en el denominado Sector 8 y quedó afectado por la protección de Bien de Interés Cultural. Que los propietarios de esta parcela de la discordia recurrieron la protección y la justicia les dio la razón, desgajando el terreno ahora amenazado del área protegida y quedando, en consecuencia, al albur de la depredación urbanística. Que la misma administración regional que, en su día, la protegió, cuando hubo que defenderla se inhibió y no presentó alegaciones. Que esto suscita sospechas. Y que se argumentan errores administrativos con demasiada frecuencia.



Pero Baria es tozuda y cada vez que se araña en sus entrañas nos enseña, arrogante, sus riquezas y tesoros, esos que nos pertenecen a todos. Que si antes fue el estuco del dios Baco y otros miles de restos que, como teselas del pasado, definen nuestro trasiego por los tiempos, hoy es un muro de época fenicia, varias balsas de salazones y todo aquello que emergerá cada vez que nos empeñemos en escarbar. Y ante tanta prodigalidad arqueológica, ante tanta riqueza patrimonial, parece que nuestra única y miserable respuesta como sociedad es el hormigón, hormigón y ladrillo que aplasten el conocimiento, que exterminen precedentes y dignidades, porque lo que nunca podrán tapar será nuestras vergüenzas. 


Proponen medias tintas; eso de integrar los restos más notables como el muro fenicio en el engendro que pretenden levantar, es decir, salvarlo de su completa destrucción para someterlo al indigno ostracismo de reposar en un sótano, desvirtuado, descontextualizado, como un amasijo de piedras sin significado, sin capacidad de ilustrar una etapa de nuestra historia, devorado para siempre en las tripas de un anodino edificio. Proponen una aberración más, para completar aquella aberración urbanística en que se ha convertido, por empeño de la especulación, de la rapacidad desmedida, de la negligencia y el descuido de quienes deberían haber velado por otro tipo de desarrollo, todo aquel sector de Villaricos, en la actualidad ejemplo de lo que, en el ámbito del urbanismo, se orea como aquello que nunca se debería hacer.



Las obras han sido paralizadas por el Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora porque la licencia de construcción aún no está concedida, hallándose en trámite de información y aprobación. Ahora, con todo lo que está aflorando y, si se hace una intervención arqueológica integral sobre la parcela, aflorará, convendría que quien posee las competencias en cuanto a la aplicación de las leyes y normas que rigen la protección del patrimonio, que no es otra que la administración autonómica, actúe e informe. Ojalá esta paralización eventual se mantenga, pero me temo que va a ser flor de un día. Por ello, la ciudadanía debe mantener la tensión, un pulso reivindicativo que ponga en evidencia el descuido premeditado, el atentado que se perpetra contra nuestro patrimonio y, por ende, contra nuestras esencias.


Es el momento de exigir su conservación, su recuperación para el presente y el futuro. Y ahora imaginad: un gran parque arqueológico que se extienda desde este sector del entorno de la torre artillada hasta la necrópolis, hasta los hipogeos, comunicadas ambas áreas a través de los antiguos túneles del ferrocarril de Siret. Nuestro patrimonio salvaguardado y un recurso recuperado para el disfrute y aprovechamiento de todos, para la promoción de un turismo de calidad, culto y respetuoso, alejado del insostenible y agotado turismo de sol y playa que ha plagado de viviendas vacías, hacinadas y de escasa calidad buena parte de nuestro litoral.




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