Sánchez mira para otro lado

Fermín Bocos
07:00 • 15 dic. 2020

Los independentistas catalanes no tienen suficiente fuerza para romper la unidad de España pero con la Ley Electoral vigente consiguen una sobre representación en las Cortes que les permite seguir condicionando la vida política española. Provoca melancolía recordar que ni el PSOE cuando gobernaba con mayoría absoluta ,ni el PP que también la tuvo, se atrevieran a cambiar la ley pensando que a la larga se atemperarían las pulsiones separatistas y acabaría por imponerse la lealtad constitucional. Craso error.


El proceso sedicioso del 2017 en Cataluña demuestra que ha sido un error histórico mantener una ley que los nacionalistas periféricos convierten en permanente Caballo de Troya. Quienes confiaban en que el fracaso del intento de golpe fuera el punto de partida para que los separatistas cambiaran de política, se han equivocado.


La precariedad parlamentaria del PSOE unida a la falta de escrúpulos de Pedro Sánchez ha doblado el valor estratégico que les otorgan los escaños que tienen en Congreso. Exigen y se les da. Reclaman la amnistía para los políticos que están presos por el intento de sedición y desde Ministerio de Justicia que saben que la Constitución prohíbe los indultos con carácter general trabajan en la modificación del Código Penal rebajando la pena para el delito de sedición para ver si la retroactividad les abre las puertas de la prisión a Junqueras y los suyos.



Lo piden los separatistas y lo apoya desde el Ejecutivo el vicepresidente Pablo Iglesias. Es una tenaza que no tiene precedentes políticos. Nunca hasta ahora un Gobierno de España estuvo tan a merced de fuerzas políticas minoritarias cuyo objetivo político es tumbar la Constitución que proclama la unidad indivisible de la Nación española.


A éste otro proceso se ha sumado Podemos, partido minoritario al que otorga fuerza su presencia en el Gobierno como aliado preferido por Pedro Sánchez. Un Presidente que parece que no percibe la gravedad del proceso que está en marcha.



Una hoja de ruta cuyo primer objetivo -como paso previo para lograr lo que Pablo Iglesias llama “horizonte republicano”- es socavar la institución monárquica utilizando como palanca los escándalos y presuntas ilegalidades fiscales que señalan al Rey emérito. El Emérito proporciona la coartada, pero el objetivo apunta más alto, directamente a la Jefatura del Estado. Y Sánchez hace como que no lo ve y mira para otro lado.




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