Ella, en el centro de la enorme tormenta

Fernando Jáuregui
07:00 • 16 nov. 2020

Ella, he podido comprobarlo alguna vez, es una mujer de hierro bajo una capa a veces dulce, a veces algo desdeñosa. No se va a amilanar porque su antiguo jefe político la bombardee con tácitas referencias. Ni porque un vicepresidente del Gobierno trate de empujarla al abismo. Ni porque antiguos correligionarios con tribunas cercanas al PP la ataquen de manera significativa, inmisericorde. Ella se cree su papel centrado, aunque puede que no valore demasiado certeramente lo que eso significa en una coyuntura como la española actual.


Ella, esta semana, habrá de continuar su lucha justo en el epicentro de la enorme tormenta que agita a las dos Españas. Una de ellas quiere engullirla, la otra quiere que ella desaparezca. Con apenas diez diputados, que es la mísera herencia recibida de su jefe, ocupa gran parte del escenario actual. Como si su fuerza fuese mucho mayor. Y es que representa un espectro apetecido por muchos y ella ahora, mejor o peor, lo ocupa.


Ella piensa que con sus solas y pobres fuerzas podrá inclinar al Gobierno (a una parte del Gobierno, claro está) hacia un lado. Haciendo que salten por los aires viejos atavismos, bildus, exclusiones al idioma español, pactos subterráneos con separatistas. Y hasta cree que puede arreglar las cañerías de unos malos Presupuestos del Estado. Puede que esta semana que comienza empecemos a ver hasta dónde llegan sus posibilidades. Ni creo que el presidente del Gobierno la respalde tanto como ella presume ni me parece que el vicepresidente, enemigo formidable como lo es todo aquel que no se impone límites ni los acepta, vaya a permitir que de esta salga viva.



Ella representa mucho más de lo que a primera vista podría parecer. Ella va a ser la figura clave en los titulares de esta semana y puede que de las dos siguientes. Después, puede que desaparezca de escena. O puede que sus diez escaños hayan valido para mucho más de lo que unos quisieran y otros pensaban.


Ella ha cometido errores de bulto en el pasado. Se marchó de Cataluña, porque humanamente no podía aguantar allí mucho más, en el peor momento, y dejó agonizante a su partido. Pero me parece que está sinceramente convencida de lo que hace, que es una enmienda a la totalidad a los errores inmensos de su predecesor, que ahora coquetea con la idea --imposible-- del regreso político. Y lo que hace puede ser una gesta o un mero gesto, algo que se recuerde o un escrito en la barra de hielo. Apasiona esta lucha, un poco de David contra Goliath. Antes de final de año será para muchos una heroína o un juguete roto. Ha empezado ya la cuenta atrás. Y en esa cuenta muchos se juegan mucho. Mucho más que diez escaños.





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