Una batalla que no podemos perder

Diego López Alonso
07:00 • 02 nov. 2020

Los países de cultura judeocristiana, pasamos nuestra “era oscura” durante la Edad Media. En esa época, que abarcó varios siglos, todo y todos estábamos sujetos al dominio de la religión cristiana interpretada de forma más o menos rigurosa por las autoridades religiosas y políticas del momento. Todo, absolutamente, estaba impregnado por el cristianismo. La cultura entera de cada país estaba empapada del fanatismo religioso, de los dogmas y las creencias cristianas. Un detalle basta para hacernos una idea de la situación: existe una laguna temporal en la representación artística del cuerpo humano desnudo, debida a la represión religiosa, entre los años 400-1.400 de nuestra era (¡1.000 años! en los que estuvo prohibido, por pecaminoso, cualquier desnudo humano en una obra de arte). 


Después vino el Renacimiento con su ansia de recuperar la cultura clásica y la libertad de pensamiento. Y continuo con la Ilustración, con su reivindicación de la razón y la ciencia, y su crítica radical de toda cortapisa a la libertad de crítica y de pensamiento. Algunos pagaron con su vida nuestro derecho a pensar libremente: Giordano Bruno, Copérnico, Miguel Servet, etc. Y algunos otros estuvieron peligrosamente cerca de hacerlo: Galileo. No fue una concesión de buen grado. Fue una larga, penosa, y cruenta batalla de siglos, en defensa de la libertad de pensamiento frente a toda ideología fundamentalista, dogmática, totalitaria. 


Sabemos lo que pasó: los países “occidentales” ganamos la guerra por la libertad de pensamiento. Se produjo la separación entre el Estado y la Iglesia. El Estado dejó de ser el instrumento de una creencia religiosa. Aquí, en España, necesitamos llegar al año 1978, para hacer realidad las aspiraciones de la Ilustración. La aprobación en referéndum de la Constitución Española de 1978 supuso el fin del nacionalcatolicismo. Y ahora, al cabo de los años, nos encontramos de nuevo con el mismo reto: unos fanáticos religiosos pretenden devolvernos al Medioevo. Muchos musulmanes de hoy día, convencidos de la verdad absoluta de su religión, creyéndose que tienen  derecho a imponernos a los demás sus creencias, toman posturas amenazantes  (las “fatuas” contra Salman Rushdie del ayatolá Jomeini), o asesinan, a los creyentes cristianos y a los no-creyentes (el caso de la revista satírica Charlie Hebdo, o los asesinatos de hace unos días en Niza).



El peligro está en nuestro interior, porque tenemos en todas nuestras sociedades una minoría musulmana potencialmente sensible a las posturas extremistas de los fanáticos religiosos, y porque tenemos conciudadanos de nuestra cultura que se muestran “sensibles” a los argumentos de los nuevos liberticidas religiosos. Si aceptamos esto, estaremos retrocediendo siglos en nuestra libertad.






Temas relacionados

para ti

en destaque