En pocos días se nos han acumulado planes para el futuro, pese a que éste nunca había sido más negro. Presupuestos para un año crucial, estado de alerta de seis meses con toque de queda, plan del Pacto de Toledo, plan 2030 de ciudad... Ha sido mover hacia atrás la manilla del reloj el pasado domingo y todos los planes han llegado de golpe.
Hacer que el tiempo vaya hacia atrás es algo que muchos asociamos a Supermán, cuando en la película de 1978 hace girar el planeta en sentido inverso para poder salvar a Louis Lane.
Los españoles tenemos al Cristopher Reeve de la política, quien nos ha hecho retroceder a marzo para salvarnos. Para volver a salvarnos, SuperSánchez ha echado atrás el calendario y en su homilía televisiva volvió a la arenga cuasibélica, al espíritu de unidad y al estado de alarma de la primavera. Además, el martes parió por fin el plan de planes de cualquier Estado, los presupuestos. Por fin Montoro podrá disfrutar de su jubilación tras dos años de farsa.
Como Clark Kent, nuestro SuperSánchez entra y sale de la cabina con una rapidez invisible a la vista humana, con sus planes, vistos y no vistos. El domingo Sánchez instauró el toque de queda para seis meses y horas despues, el martes, firmaba en consejo de ministros que las autonomías lo podrán deshacer a partir del 9 de noviembre.
Una encuesta de un diario nacional asegura que el 76 por ciento de los españoles cree que Sánchez no tiene ningún plan contra el coronavirus. Ni falta que le hace. ¿Acaso Supermán lleva en una agenda anotados sus retos y hazañas? Supermán actúa de forma imprevista y no por ello deja de funcionar, salva y rescata a golpe de sorpresa.
Yo estoy con mi presidente y sus planes fugaces. ¿Para qué planes inamovibles si luego la realidad les lleva la contraria? Eso lo infunde a sus colaboradores. Miremos al santo Simón, quien hace apenas días afirmaba: “Lo cierto es que ahora mismo España está llegando a ese pico, a esa estabilización, y quizás al descenso de la segunda ola”. ¡Pfiuuuu..., visto y no visto! Toque de queda.
Más vale vivir al día como Sánchez. Vivir solo en el presente te evita contradicciones. Viaja a ver al Papa para hablarle de guays de eutanasia, de revisión del concordato, del corte del grifo a las escuelas católicas y se trae una reprimenda de tintes bíblicos sin despeinarse.
Lanza una reforma legislativa sobre el poder judicial y ‘voilá’, a los pocos días decide “parar el reloj” de la misma cuando desde la UE le dan un toque de atención. Y encima, se trae en volandas digitales, cual Louis Lane, a Ursula von der Leyen, que no ha descubierto aún que Pedro y SuperSánchez son la misma persona.
Al margen del nuestro héroe, llega también el Pacto de Toledo. ¡Abajo los planes de pensiones! Ya nos quedará la sopa de ajo para afrontar lo que venga.
En Almería tenemos también un superplan hasta el año 2030. En la ciudad que más conoce las fechas y plazos de mentira, nos traen un plan con otra muesca en el calendario de nuestra frustración. Oigo a nuestra alcalde en la Cadena SER y asegura que este plan es algo muy complejo de explicar. Ya no habla de socavones ni de aceras rotas sino de vectores; ya no habla de sombras, plazas, plazas de aparcamientos o atascos sino de huella de carbono y movilidad. Ninguna de las muchas ciudades bellas y con personalidad de España lo son por efecto de planes rimbombantes y comités de expertos. De tanto planificar el futuro hace mucho que nuestra ciudad perdió su pasado y sigue dejando pasar su presente.
Nuestros adolescentes dicen mucho “en plan de” como coletilla recurrente. Nadie sabe bien qué significa “en plan de” pero a ellos les funciona. El Gobierno ha hecho por fin unos presupuestos “en plan de” recaudar mucho y gastar mucho, como nunca, tachin tachín. Confía en ingresar 430 millones solamente con las muchas fantas y colas que se beberán los jóvenes en los botellones clandestinos.
La última entrega del informe PISA asegura que nuestros estudiantes están “en plan de” a la cabeza del mundo en cualidades como la resiliencia, empatía, igualdad, conciencia social y ambiental o tolerancia. Abruma tanto producto ‘roussoniano’ de planes y programas, que se repiten por los centros educativos de nuestro país. El problema es que PISA vuelve a comprobar que nuestros adolescentes siguen siendo de los peores en ciencia y en matemáticas, imprescindibles para predecir, como debe hacer un plan de presupuestos de verdad, no de los de Supermán. Quizás lo aprendan en un futuro no muy lejano, cuando también descubran que la Kriptonita de este país es la deuda pública.
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