Por la boca no siempre muere el pez

Rafael Torres
23:40 • 19 oct. 2020 / actualizado a las 07:00 • 20 oct. 2020

Se dice que moción de censura de Vox se presenta no tanto contra Sánchez como contra Casado, y para argumentarlo se esgrimen razones, conjeturas y cábalas que hacen verosímil esa afirmación, pero a uno le gustaría pensar que esa moción, cuyas sesiones se televisarán para estupor de la ciudadanía, será de apabullante y radical censura de Vox contra sí mismo.


Cuanto pueda decir el portavoz del partido de la ultraderecha, o el propio candidato que se postula, pertenecerá, eso es cosa segura, al catálogo ya conocido de delirios y groserías políticas que maneja la formación, y aunque espigará las que de entre ellas acometen al “gobierno social-comunista de la mentira, asesino, batasuno, pro-etarra y secesionista que no defiende a los españoles y les engaña y les miente porque quiere romper España”, los tiros (¡!) se dirigirán, en plan fuego poco amigo, al PP de Casado, al que motejará de cómplice del Gobierno infernal si no secunda su “patriótica” moción. Que le secunde en esa híspida performance propagandística para chupar horas y horas de tele y radio, y páginas y páginas en los diarios analógicos y digitales, significa eso, que le secunde, que entregue la cuchara de principal partido de la oposición y se quede segundo, lo cual, por cierto, es lo mismo que intentó Podemos en otra memorable moción cuando aún acariciaba la ilusión del “sorpasso”.


Pero es que Vox ni siquiera desea que el PP le secunde, pues supone que no haciéndolo, ora votando no o absteniéndose vergonzantemente, Casado, desoyendo las horrísonas voces de las sirenas Aguirre y Álvarez de Toledo, se alinea de hecho con el “gobierno social-comunista de la mentira”, lo que, según el cálculo de los abascalianos, le dejaría ante la parroquia de la derecha no ya segundo, sino tercero o cuarto, incluso por detrás del contemporizador Ciudadanos.



A uno le gustaría, para qué nos vamos a engañar, que resultara cierto el adagio de que por la boca muere el pez, y que la sarta de barbaridades que Vox verterá en el hemiciclo del Congreso bastaran para despertar la sensatez dormida en las profundidades de su masa electoral. A uno le gustaría, desde luego, que quedara alguna sensatez, aunque sopa, en dicha masa, pero está todo tan desquiciado, tan loco, tan envenenado por tantos virus reales y figurados, que lo mismo ese pez mutante no muere por la boca, sino que vive y engorda gracias precisamente a los sonidos escalofriantes que emite. 






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