Razones y sinrazones de la violencia

Enrique Arias Vega
07:00 • 20 sept. 2020

La violencia ocupa las calles, ya sea en Estados Unidos, Bielorrusia o Colombia. Claro que las razones son muy distintas en cada caso, trátese de discriminación racial, pucherazo electoral o violencia policial, pero también existe una épica heroica en sus participantes que tiende a homogeneizarlas. Sus autores no sólo protestan activamente contra un orden que consideran injusto, sino que pretenden derribarlo más allá de las causas concretas de su protesta.


El común denominador, que podría aplicarse también a los chalecos amarillos de Francia o al movimiento juvenil de Chile, es la sensación compartida de que los políticos en ejercicio no representan a los protestatarios. Da lo mismo que para elegir a esos presuntos representantes públicos haya tenido el votante que registrarse previamente o que eso resulte indiferente. También es igual que el sistema electoral sea mayoritario o proporcional. En todos los casos, la insatisfacción es análoga.




La sensación común, pues, es la de que el sistema no representa a los manifestantes, quienes se sienten cada vez más ajenos a los vertiginosos cambios que se producen en nuestra sociedad.


Ese escenario de extrañamiento del sistema político no es solamente por la mayor brecha económica existente entre unos y otros, sino también por la diferencia en ideologías y estilos de vida. La nueva tecnología está dejando marginada a una población creciente que no puede competir con la nueva elite que se acomoda mejor a un estilo de vida que la gente tradicional está viendo que se le escapa. Y es ahí, en el cruce entre economía y tecnología, tradición y modernidad donde se instalan todas las razones y sinrazones de una violencia que no para de crecer.     





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