Sánchez tiene (casi) los Presupuestos aprobados

Fernando Jáuregui
07:00 • 11 sept. 2020

Uno asiste con cierta desesperanza a las primeras sesiones parlamentarias de la temporada. Nuestras Señorías no parecen haber aprovechado las demasiado largas vacaciones veraniegas de las Cámaras para reflexionar acerca de que estamos ante una era especialmente difícil para España, con un auténtico clamor en favor del acuerdo entre los partidos.


Y no hallamos, al regreso, sino reproches cruzados, como lo dejamos en julio, y los viejos tópicos. Se llega a acusar al PP de ¡¡estar al margen de la Constitución!! por no ‘arrimar el hombro’ para aprobar unos Presupuestos que se desconocen, y los ‘populares’ contraatacan con sal no menos gruesa. Mientras, proliferan maniobras orquestales en la oscuridad que incluyen escuchas, filtraciones de whatsapps, espionajes* que enlodan aún más la vida política y pesan, desde luego, sobre el errabundo paso del Legislativo.


Nunca justificaré la impunidad para la corrupción pasada. Que cada cual afronte sus responsabilidades caiga quien caiga. Y, por supuesto, sí a todas las comisiones de investigación parlamentaria que sean pertinentes, para investigar al PP, a Podemos o al mismísimo emérito. Lo que no puede ser es que la basura del pasado impida acuerdos imprescindibles en el presente. El debate es pedestre, un poco, muchos lo dicen, de patio de colegio. Vano, efímero. El Parlamento, en una época de crisis casi total como la actual, no está ni para juegos florales, ni para competir en la longitud y fuerza de los aplausos pelotas, ni en ingenio que es ingenuo mucho más que mordaz. El nivel, temo, decae.



Y, así, el Parlamento se convierte en objeto de chalaneo, es plataforma para maniobras en la oscuridad, donde se negocia, por ejemplo, una posible traición de Ciudadanos al PP en la Comunidad de Madrid, porque la obsesión del Gobierno es, ante todo, derrocar a la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, en la región por cierto más azotada por la pandemia. Y es que los rebrotes importan mucho menos que otras cosas, como sacudir de lo lindo al PP, que, a su vez, se obstina en sacudir de lo lindo al PSOE y, sobre todo, al ‘socio’ Unidas Podemos. Y Vox, por cierto, en las nubes, pensando en ‘su’ moción de censura*


No, los muertos por el virus maldito solo importan para utilizarlos como arma arrojadiza. Quedó muy claro ya en el lamentable debate que iniciaba el curso parlamentario el martes en el Senado, con Pedro Sánchez como único protagonista, porque en la Cámara Alta no se fajaba con los líderes nacionales y podía abroncar sin tasa a los ‘segundones’ díscolos. O, en otro ámbito, parece que importan más que las consecuencias de la pandemia las marchas sobre las Cortes de alcaldes enfadados con el Gobierno por el ‘decreto de remanentes’, que, entienden ellos, trata de quitarles los ahorros (aunque la cosa sea más compleja). Todo antes que pensar en cómo combatir unidos las amenazas sanitaria y económica: es mucho más prioritario hacerle la cusqui al adversario, convertido en enemigo.



Pero, sobre todo, lo que importa en La Moncloa, y lo entiendo, es si los Presupuestos van a ser aprobados o no. Curioso que lo que está sometido a debate es quién apoyará al Gobierno en las cuentas del Reino, y no el contenido de esas cuentas, que aún nadie ha visto, aunque el presidente pide a todos que las respalden. Peculiar situación, pardiez.


Y más peculiar todavía es que Sánchez tenga ya prácticamente segura la aprobación de ‘sus’ números, incluso con holgura de votos: hasta ciento ochenta puede lograr, según los cálculos más realistas, sin necesitar para ello ni a Esquerra, ni a Bildu ni, desde luego, al Partido Popular. Incluso aunque, a última hora, Ciudadanos se descolgase del acuerdo, entonces Esquerra, que se declara incompatible con ‘los naranjas’, acudiría al rescate. Y hasta en el caso, altamente improbable, de que, en una pirueta final, Unidas Podemos diese el portazo (no lo creo: fuera del Ejecutivo hace mucho frío), Sánchez sabe que entonces el PP cambiaría por un ‘sí’ su actual, rotundo, ‘no’.



Afortunado Sánchez. Al final, va a ser cierto eso de que agotará la Legislatura. De una u otra manera. Muy probablemente sin su socio de coalición, con el que no puede tener más diferencias de las que ya tiene; pero ya se ve que hay muchos dispuestos a acudir en socorro del vencedor. En verdad, Sánchez no necesita a Iglesias, que se revela y a veces hasta se rebela tan problemático como se esperaba. Y Sánchez, con muchos flotadores que son ‘salvavidas políticos’ a su alcance, es, hoy por hoy, el que gana. Salvo sorpresas, claro, que todo es posible en esta loca política nacional.


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