Lo de Calviño, mala noticia para España y para Europa

Es reconocer que países que concentran el 80% de población han perdido frente a los de 20%

Nadia Calviño, Vicepresidenta tercera del Gobierno y Ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
Nadia Calviño, Vicepresidenta tercera del Gobierno y Ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Europa Press
Manuel Campo Vidal
07:00 • 12 jul. 2020

La no elección de la solvente vicepresidenta Nadia Calviño para presidir el Eurogrupo es mala noticia para España y para Europa. Y dibuja la inquietud de que la esperada ayuda europea para la reconstrucción llegue a los países del sur demasiado condicionada, en contra de lo que se pretende.



Lo sucedido en Europa en esta votación es reconocer que los países que concentran el 80 por ciento de la población y de la riqueza -Alemania, Francia, Italia, España y algunos aliados como Portugal- han perdido frente a los que representan el 20 por ciento. Es un sistema electoral de un voto por país, sin matices, y ahí, Malta, con una población menor que Zaragoza, o Luxemburgo, con tantos habitantes como Valencia ciudad, influyen lo mismo que los países más fuertes. Perdió un grande, España, apoyado por los grandes, frente a un pequeño, Irlanda, con ayuda de los pequeños, que son más. Cierto es que algunos corresponsales en Bruselas destacan que, además, el candidato irlandés repartió simpatías y cuidó más personalmente a los electores.



Para Apolonio Ruíz Ligero, que fue durante 15 años Vicepresidente del Banco de Desarrollo del Consejo de Europa, “estos países pueden transformar un plan generoso de reconstrucción, como se pretende, en un plan muy condicionado que recuerde al de los hombres de negro, de la austeridad máxima, tras la crisis de 2008”. El sistema más justo en esta institución -el Eurogrupo es la reunión de ministros de Economía de los 19 países con moneda común- sería una doble votación: una mayoría del PIB para proteger a los grandes y a la vez, una mayoría de países, para así amparar a los pequeños, estima Ruiz Ligero.



En Bruselas estiman que se ha votado en clave de partidos europeos: los populares han ganado a los socialistas resultando decisivo haber tenido capacidad de tejer una alianza eficaz con los liberales. En esos bloques ideológicos solo Alemania se desmarcó, para apoyar a España, pero quizás esto refleje una idea extendida: que la canciller Ángela Merkel, ya de salida, cada vez mande menos en el PP europeo.



El eurodiputado español Domenec Ruíz Devesa desdramatiza un poco lo sucedido al recordar que “en el Eurogrupo, donde se vota en clave geográfica con mayoría de países pequeños, tradicionalmente han ganado los candidatos de Portugal, o Luxemburgo, y nunca los grandes”. Hubiera sido excelente situar a Nadia Calviño en la presidencia del Eurogrupo pero España tiene ya con Josep Borrell en la vicepresidencia de la UE y Luis de Guindos en la vicepresidencia del Banco Central Europeo, una posición que nunca ocupó en las dos décadas anteriores.



Entretanto, en España crece la preocupación por los rebrotes del coronavirus, impacta el proceso judicial que podría enfrentar el rey emérito, Don Juan Carlos, y asistimos a las maniobras circenses de distracción que hábilmente programa Pablo Iglesias. Cuestionado por el caso Dina, tras la extraña maniobra de conservar durante meses la tarjeta robada del móvil a una abogada colaboradora, Iglesias y su escudero Echenique, disparan ráfagas contra los periodistas y encienden fuegos verbales de distracción. Por ejemplo, Iglesias se niega a desvincular al rey Felipe, de la supuesta conducta punible de su padre. Maniobras que recuerdan tácticas populistas del catedrático Donald Trump, escribe Teodoro Leon Gross.





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