La llama de su sol

Emilio Sánchez de Amo
07:00 • 19 abr. 2020

“Rodalquilar forma un semicírculo de tierra labrada y verdeante, con algo de apariencia de anfiteatro. Las roquizas montañas alzan sus muros como si quisieran abrigarlo y defenderlo de la vulgaridad de la vida civilizada…” Así describe su tierra natal Carmen de Burgos, Colombine, en su novela ‘Los inadaptados’. En el Parque natural Cabo de Gata-Níjar, las minas de oro locales guardaban una joya de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, la primera periodista española, una gran maestra de tesón y naturaleza tan excepcionales como la rodalquilarita, mineral descubierto en Rodalquilar; no es de extrañar que siguiera escribiendo “…allí cuajó en mi alma la llama de su sol en olas de arte y rebeldía…”


Colombine me hace pensar en tantas mujeres que hoy son aún menos libres, confinadas en casa y expuestas las 24 horas a que a su verdugo se le crucen los cables una vez más o la última. Seguro que quieren respirar ese aire de libertad de donde se meció la cuna de la escritora y activista feminista. Para ello, es fundamental la colaboración vecinal y actuaciones extraordinarias de servicios sociales municipales y autonómicos. Debemos actuar a tiempo, como en ‘La muerte tenía un precio’, de Leone, rodada en parte en Rodalquilar, donde El Manco (Clint Eastwood) aparece a tiempo para salvar al Coronel, pudiendo éste así ganar el duelo final contra El Indio. Y es que, los pistoleros amedrentadores de mujeres están avivados por quienes culpan de la expansión en Epaña de la pandemia mundial a una manifestación por la igualdad entre hombres y mujeres, y obvian los actos políticos multitudinarios, o los múltiples y rebosantes encuentros del opio del pueblo.


Corremos el riesgo de ser indolentes, petrificados ante la desgracia colectiva, acobardados frente a la adversidad, sordos y ciegos por voluntad propia, rebaño dirigido por nuevos pastores con capacidad para comprar las mentiras que nos venden a diario, y conseguir así llevarnos de nuevo a las cavernas; corremos el riesgo de dejar de ser quienes somos y quienes queremos ser, de no encontrar una llama y de no surfear sobre la rebeldía.







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